Decía nuestro querido Eduardo Galeano: Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: yo mato para robar. La guerra siempre invoca nobles motivos, se matan en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia. Y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzará. Ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios y dispuestos a maquillar el horror de la verdad.
Estamos ahí nuevamente. El imperio sionista está deseoso de devorar a Palestina, deseoso de avasallar a todos aquellos que tengan algún sueño de soberanía, y deseoso de destruir a Irán, un país soberano, rebelde, que ha tenido el enorme atrevimiento de apoyar la resistencia antimperial y que además es el tercer país más rico en hidrocarburos sobre la Tierra. Pero no nos olvidemos que el imperio mata para robar, para someter, para imponerse, para dominar.
No te equivoques. Los palestinos son víctimas de un genocidio, Libia y Siria buscaban construir su soberanía, Irán es un país en resistencia antimperial que ha sido atacado unilateralmente. Irán no tiene armas nucleares, se calcula que Israel tiene entre 80 y 400 armas nucleares; Irán se ha sometido a inspecciones por la agencia nuclear internacional, Israel nunca se ha sometido a ninguna inspección; Irán ha firmado el tratado de no proliferación de armas nucleares, Israel se ha negado sistemáticamente a firmar. ¿De qué estamos hablando entonces? Los medios de comunicación nos muestran un mundo al revés. El imperio sionista está poniendo una cortina de humo para no decir abiertamente que hace la guerra para robar, para despojar, para dominar y para destruir a quienes sueñan con un mundo para todos. El imperio quiere un mundo para sí mismo, en el que el resto seamos sus sirvientes. He ahí la ideología sionista del pueblo elegido.
Esta ideología es una tergiversación de la Torah que construyó el judaísmo sionista. En la Torah la bendición de Dios fue dada al extranjero, al migrante, al pobre, al huérfano, a la viuda, al hijo que no es según la carne. El racismo no es parte del mensaje de las grandes tradiciones espirituales. Estamos ante una adulteración satánica, que invierte el mensaje de amor que promovieron las milenarias tradiciones del mundo.
Los pueblos tenemos que rebelarnos ante esta cultura maldita, cultura del odio y de la destrucción. Estamos llamados a ponernos sistemáticamente de lado de los oprimidos, de los excluidos, de las víctimas, de los pobres; ese es el lugar que da verdad. Ese es el lugar que nos pone ante la construcción de un mundo para todos. No seas francotirador del imperio, no te prestes como altavoz de la dominación y de la mentira. Defendamos a las víctimas, defendamos a Palestina, defendamos a Irán, defendamos a los pueblos oprimidos, defendamos a los que luchan contra el imperialismo, defendamos a los que construyen soberanía, defendamos el futuro, defendamos a las siguientes generaciones, defendamos la vida. Tenemos ante nosotros la vida y la muerte, ¡escojamos la vida!
Haz todo lo que esté a tu alcance, ningún esfuerzo será pequeño si nos sumamos todos del mismo lado. Manifiéstate donde estés, toma las calles, toma las redes, explica la situación a los que tengas a un lado, deja atrás el egocentrismo y transforma tu vida desde lo que es esencial y es útil para todos, construye comunidad, boicotea las grandes empresas del imperio sionista, educa para la empatía y la solidaridad, deja de consumir lo que no necesitas, no comas lo que te envenena, ponte al servicio de las causas urgentes para salvar la humanidad, cría con amor, da de comer al hambriento, da de beber al sediento, da vestido al desnudo y tu solidaridad al migrante. Piensa todos los días en cómo tendría que ser nuestra vida para que la vida fuera perpetua, que esa sea tu guía y tu imperativo. Abre los ojos, tienes un enorme poder en tus manos. Únete a la transformación del mundo. ¡Todos contra el imperialismo sionista y su lógica asesina!
*Filósofa