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viernes, 29 marzo, 2024
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De sumas y declinaciones

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Puntos más, puntos menos, queda claro que la contienda electoral por la gubernatura del estado se ha cerrado, y que la disputa la protagonizan los candidatos de Juntos Haremos Historia, y Va por Zacatecas.

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El resto de los candidatos, entre los cuales se encuentran varios de ellos cuyas ideas, trayectorias y propuestas merecerían mejor destino, verán mermadas las votaciones a su favor debido a que la situación es por demás polarizada.

El candidato de Juntos Haremos Historia concentra sí, por un lado, la simpatía propia, determinado porcentaje, porque otro tanto le viene heredada del liderazgo de su hermano, y otro más, desde mi perspectiva mayoritario, le viene de la marca del momento; “Morena”, sin la cual difícilmente podría ser competitivo.

En el otro lado, la candidata de Va por Zacatecas también tiene repartida su simpatía. El panismo fue el único partido que la arropó rápidamente, porque al principio le costó que el priismo la asumiera como propia y el perredismo le tuvo ligera resistencia hasta que encontró otro destino para su principal perfil.
Ahora, crecidas notoriamente sus probabilidades de triunfo, el ánimo se ve recompuesto, y el respaldo se ve en aumento.

Más allá de la opinión que se tenga sobre ella, o los partidos que la respaldan, parte del apoyo a su alrededor se debe a que es quien tiene posibilidades de vencer a quien se asumió hace ya mucho tiempo como ganador inevitable, convirtiendo la contienda en un asunto de dos, de sí o de no, y no una elección abierta con múltiples opciones.

Naturalmente, lo que está por venir en las próximas dos semanas, es el llamado a voto útil ya sea para vencer “al PRIAN, al PRIAN, al PRIAN”, o bien, para derrotar a quien se le atribuye ser la continuidad de un proyecto que algunos ubican como caciquil.

En la disyuntiva al menos dos candidatas a la gubernatura ya tomaron partido, y se rumorea que podrían hacerlo el resto.

La primera en tomar la decisión fue Bibiana Lizardo del Movimiento Dignidad. Su candidatura era ya de por sí accidentada, llegó a la contienda ya avanzada la campaña luego de que los tribunales le impidieran a Edgar Rivera encabezar el proyecto, y a decir de ellos, luego también de una serie de eventos desafortunados que les impidieron registrar candidatos en todos los distritos y ayuntamientos que ellos hubieran deseado.

Es claro que Lizardo no tenía probabilidad alguna de ganar, y quizá incluso tampoco la tuviera de mantener el registro de su partido. No obstante, ello no refleja el potencial electoral que su candidatura representaba pues basta ver que ya antes habían logrado confirmar el registro del partido en las urnas, para dar cuenta de que su peso electoral, aunque modesto, era real y en un escenario estrecho incluso podría ser definitorio.

Ella misma tiene una innegable trayectoria como operadora política que en algún momento, junto a la de Edgar Rivera, sirvieron a quien hoy es postulado por Juntos Haremos Historia.

La otra candidata en declinar su aspiración en este proceso es Fernanda Salomé Perera de Redes Sociales Progresistas, conocida en particular dentro de la comunidad LGBTI+, al ser parte de la misma.

Hasta donde sé, no tiene en su historia de vida ninguna otra participación política, y al contrario se estrenaba en ese tema con un discurso suficientemente articulado para lidiar dignamente en los dos debates en los que participó.

Aunque la postulaba un partido con registro nacional, no contó con el respaldo del mismo en la decisión de declinar, por lo que no pudiera contarse el apoyo de dicho instituto en la suma que supondría tal determinación.

Quizá esto sea intrascendente si el objetivo del grupo que la recibe era simplemente emparejar el tablero, es decir lograr una declinación en su favor en respuesta de la que había realizado Bibiana Lizardo.

Pero la situación no podría equipararse porque si bien ni una ni otra candidata tenían probabilidad de ganar, los objetivos particulares eran distintos.

Si bien una tenía un registro partidista qué defender que para estas alturas muy probablemente ya estaba perdido, la otra tenía una minoría que visibilizar que aunque pudo haber avanzado, se quedará en la línea (¡qué paradoja!) de hacer historia. Una pena

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