Este crimen fue en medio de la patria: el huevo de la serpiente
Lo que acontece en el país, afecta a nuestro Zacatecas querido.
Nada humano me es ajeno, decía el poeta Amado Nervo.
Los baños de sangre que han surgido a lo largo del territorio nacional, nos hacen recordar de los cruentos episodios en que el maderismo zacatecano protagonizó en defensa de un ideal atrapado en la consigna antiporfirista.
Porfirio Díaz era, efectivamente, un traidor a la democracia, un señorón de las armas y el dinero sucio, un entreguista que intentó por medio de la mano de hierro pacificar a un país a base de los peores salarios del mundo, de un esclavismo sin parangón en la hipocresía y sobre todo, de la cooptación y adorno de una oligarquía nativa zacatecana que apoyó a toda costa a sus ejércitos en masacrar a quien osare levantarse.
Tal fue el caso de nuestro Luis Moya en Sombrerete.
Y a todos sus seguidores fervientes.
Reducir a los indios sublevados era la consigna permanente.
Encarcelar o asesinar a sus líderes era la constante.
Don Benjamín Morquecho retrató también fielmente cómo la herida de la muy famosa Toma de Zacatecas de 1914 dejó una estela de terror y luto por más de 40 años y en la que nuestra ciudad aún no se reponía generando siempre desconfianza y el luto humano como un renglón inmarcesible.
Ayotzinapa o Apatzingan o Chilpancingo nos hacen recordar que estamos muy lejos de reconstruir a nuestro país y que apenas empieza una etapa que difícilmente terminará.
¡¡El huevo de la serpiente!! ■