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jueves, 25 abril, 2024
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Sigue su marcha la caravana de madres de migrantes centroamericanos desaparecidos

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Por: RAQUEL OLLAQUINDIA •

“Yo hoy a mi hija me la llevo en mis brazos porque la he podido ver”: Ángela Aranda

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■ Mujer encuentra a su hija en el Cereso de Cieneguillas, luego de cuatro años de buscarla

“Yo hoy a mi hija me la llevo en mis brazos porque la he podido ver”. Estas fueron las palabras de Ángela Aranda, después de reencontrarse con su hija desaparecida desde 4 años.

Esta mujer hondureña, integrante de la doceava caravana de madres de migrantes desaparecidos, encontró a su hija Hilda en el Centro Regional de Reinserción Social (Cerereso) femenil de Cieneguillas y este martes puedo verla tras casi cuatro años de búsqueda.

Aunque la esperanza nunca la perdió, en los momentos de flaqueza aparecía el pensamiento de que “no la íbamos a volver a ver”.

Y a pesar de la situación de encierro que vive Hilda, “encontrar a una hija, aunque sea en una cárcel, es mejor que no encontrarla”, aseguró Sergio Salazar, coordinador de esta caravana.

La hija de Ángela lleva 3 años y 6 meses en prisión, primero en un centro de reclusión en el estado de Veracruz y después en el Cerereso femenil de Cieneguillas; pero todavía, después de este tiempo, no se le ha dictado una sentencia.

María Luisa Sosa, presidenta de la coordinación feminista Olimpia de Gouges, señaló que uno de los compromisos de esta organización será el de vigilar el cumplimiento del debido proceso en el caso de Hilda, quien está inmersa en un procedimiento penal federal.

Expuso que estarán con el abogado de oficio que se le asignó para revisar a fondo el expediente y tratar de agilizar el proceso, así como para garantizar que haya una comunicación permanente entre Hilda y sus familiares.

Además, aseguró que en una situación como ésta debe tenerse en cuenta una serie de factores que la agravan, como es la pobreza, la vulnerabilidad por estar en tránsito en un país extranjero, el no encontrar oportunidades de desarrollo y el componente de género, pues este aspecto es el que hace que las mujeres se conviertan en “el eslabón más débil”.

La madre de Hilda agradeció que se le hayan abierto las puertas del penal para poder ver a su hija. Pero esta colaboración de las autoridades con la caravana de búsqueda de migrantes desaparecidos no siempre la tuvieron.

El movimiento empezó hace 15 años siendo muy pequeño; tan sólo un grupo de madres de Honduras que, buscando a sus hijos, recorrían Centroamérica hasta llegar a la frontera sur de México.

Poco a poco, narró Sergio Salazar, la organización fue creciendo y las participantes tuvieron que descuidar en parte de sus hogares para recuperar el espacio público del que por tanto tiempo la mujer ha sido excluida.

El proceso de exigencia y de búsqueda, sostuvo, llevó a estas madres de familia a abrirse un hueco en el mundo de la política; este trabajo incesante “les ha obligado a politizarse y han desarrollado un discurso de contestación al Estado y a la violencia”.

Salazar explicó que ya no deben cruzar las fronteras en búsqueda de sus hijos de manera clandestina, indocumentada, sino que en estos momentos a las autoridades “no les queda de otra” más que darles una visa y acompañarles en su trayecto.

Ellas, las madres, agradecen estas facilidades pero no olvidan que “el cuidado que les dan (las autoridades), no se lo dieron a sus hijos”.

Ahora, 15 años después del inicio las caravanas y del respaldo de las organizaciones de apoyo como el Movimiento Migrante Mesoamericano funcionan con un mecanismo especializado de búsqueda con el que, dijo Sergio, han terminado “de llenar el vacío que dejaron los estados de la región” en este tema.

Eventos como el reencuentro de este martes entre Ángela y su hija Hilda son los que arrojan esperanza a los integrantes de las caravanas.

En este año ya van tres casos en los que encuentran a sus familiares y están por concretarse otros tres antes determinar 2016. En las 12 caravanas que se han hecho en más de una década han sido 260 los reencientros logrados.

Estas muestras de que su esfuerzo y lucha no están siendo en vano son necesarias para sobreponerse al “aullido del tren, a las visitas a fosas comunes y anónimas donde se sabe que migrantes enterrados y a las visitas a las cárceles” en busca de los seres queridos.

En el tema de las cárceles, Sergio Salazar aseguró que en todos los centros de reclusión a los que acuden han encontrado centroamericanos.

Sostuvo, además, que la población migrante en esta situación es vulnerable a los abusos y desvíos del debido proceso e inclusive se ha detectado que para delitos iguales, cometidos por una persona extranjera y un mexicano, las penas son distintas.

En esta ocasión, la caravana comenzó el 15 de noviembre y continuará trabajando hasta el 3 de diciembre, según informó la diputada local María Elena Ortega Cortés.

Por su parte Mara Muñoz Galván, directora del Centro de Justicia para Mujeres en Zacatecas y quien también estuvo acompañando este martes a Ángela y Sergio, aseguró que las políticas migratorias tanto mexicanas como de Estados Unidos han “institucionalizado la violencia” en contra de los migrantes.

Hay extorsiones, de las que dice haber sido víctima 90 por ciento de las personas migrantes en México y que en su mayoría un delito perpetrado por los propios agentes del estado; secuestros, cometidos generalmente por grupos delictivos organizados como los Zetas; y violaciones, sobre todo hacia mujeres que inician el trayecto bajo la amenaza de que van a sufrir esta violencia sexual extrema al menos una vez durante su recorrido.

Esta es la enumeración de la barbarie; de las situaciones que están viviendo los migrantes en un país que ha firmado todos los tratados internacionales enfocados al respeto de los derechos humanos.

“No podemos seguir firmando y acudiendo a reuniones de derechos humanos, cuando en el país estamos violándolos sistemáticamente”, concluyó Muñoz Galván.

La certeza de los peligros que enfrentan los centroamericanos en México y la incertidumbre de no hallar a un ser querido provoca que la caravana y el movimiento de búsqueda transcurra “entre risas y llantos”.

Pero Sergio Salazar dijo, convencido, que “estas señoras guerreras van a seguir buscando porque el lugar del desaparecido es la memoria, y ellas no olvidan”.

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