La Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ) ha sido históricamente un espacio de formación crítica, debate profundo y resistencia social. Sin embargo, en los últimos días, la sociedad y la comunidad universitaria se han cimbrado y enfrentan un riesgo latente: la intromisión de grupos externos, ex dirigentes universitarios y facciones internas que intentan instrumentalizar las legítimas luchas del estudiantado en favor de intereses particulares.
Lo más dañino que le podría suceder al movimiento estudiantil de la BUAZ es que exrectores y actores políticos, que han hecho de la Universidad su campo de batalla y de negocios, busquen manipularlo. La autonomía universitaria no sólo debe resguardarse frente a poderes económicos o gobiernos, sino también frente a quienes, desde dentro, pretenden usar al estudiantado como peones en sus juegos de poder. Afortunadamente, las y los estudiantes fueron claros y contundentes: “No pertenecemos a ningún grupo político, ni externo ni interno.”
La mejor manera de honrar la lucha estudiantil es garantizar que sean ellos y solo ello quienes dirijan su destino
El movimiento estudiantil ha jugado un papel crucial en la historia de la BUAZ, de Zacatecas y de México. No es casual que hoy, la presidenta de la República haya sido líder estudiantil en la UNAM. Desde la lucha por la autonomía universitaria hasta la exigencia de educación gratuita, pública y de calidad, los estudiantes han demostrado organización, conciencia y compromiso social. Hoy, tras años de letargo, los impactantes casos de abuso y acoso sexual ocasionaron que emergiera una nueva ola de participación estudiantil en Zacatecas.
Las asambleas deben ser el corazón de esta democracia estudiantil. Son espacios legítimos de deliberación donde se discuten y deciden colectivamente los pasos a seguir. Cualquier intento de cooptación, infiltración o imposición ajena pervierte su esencia. Por ello, la asamblea convocada para el próximo 24 de mayo, en la emblemática explanada de Ingeniería, debe celebrarse con absoluta libertad y sin presiones de ningún tipo. Las consignas, pronunciamientos y acciones deben emanar desde las bases, no dictarse desde escritorios partidistas ni desde las sombras de los viejos cacicazgos universitarios.
No es ningún secreto que la BUAZ, como muchas universidades públicas, ha sido vista por algunos grupos como un botín político. Ex dirigentes , cúpulas partidistas y personajes con ambiciones personales intentan capitalizar el descontento estudiantil para sus propios fines. Pero la historia demuestra que eso nunca funciona: cuando los estudiantes son utilizados como masa de maniobra, sus movimientos se vacían de autenticidad.
El sector más sano de las universidades son sus estudiantes. Son ellos, sin intereses oscuros ni cálculos mezquinos, quienes defienden con valentía la educación pública y exigen justicia ante los casos de abuso y acoso sexual que han salido nuevamente a la luz, en particular el relacionado al, ahora ex rector, Rubén Ibarra.
Parafraseando a Andrés Manuel López Obrador: tonto es el que piensa que los estudiantes son tontos. Los jóvenes universitarios no son ingenuos. Tienen memoria histórica y saben reconocer cuándo intentan usarlos. Han visto cómo se infiltran líderes falsos o cómo algunos supuestos profesores preocupados asesoran mientras responden a intereses contrarios a los del movimiento.
Hoy más que nunca, la BUAZ necesita un movimiento estudiantil libre, progresista, crítico y no manipulado. Varios ex rectores, grupos políticos y quienes se sienten dueños de la Universidad deben comprender que los estudiantes no son moneda de cambio. Es por eso que la Rectoría, debe atender de inmediato el diálogo: separar de forma definitiva a Rubén Ibarra, crear una comisión de investigación de las denuncias de abuso o acoso sexual, garantizar el regreso a clases para cerrar el semestre y construir un nuevo vínculo institucional basado en el respeto y la corresponsabilidad.
Este es el momento para aprovechar la convocatoria del rector electo de abrir camino hacia una profunda Reforma Universitaria, que solo será legítima y transformadora si cuenta con un estudiantado activo, autónomo y deliberante. Por ello es fundamental que a los estudiantes no se les los presione, no se les amenace. Se confíe en su capacidad para discernir lo justo. No se contamine su lucha.
La BUAZ es de sus estudiantes, no de los caciques universitarios. Defender su autonomía también significa alertarlos de aquellos que, desde varios frentes, quieren convertirlos en instrumento de sus ambiciones a costa de su digna causa.
¡Qué vivan los estudiantes!