Krystal Yurynova Fibela Esparza, médica y activista por los derechos reproductivos se refirió a los obstáculos para que la planificación familiar deje de ser una carga casi exclusiva de las mujeres, señalando que los métodos de anticoncepción innovadores, como el dispositivo intrauterino (DIU) masculino difícilmente resolverán las desigualdades profundamente arraigadas en una cultura patriarcal.
La docente de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), afirmó que el principal obstáculo para la implementación del DIU masculino no es médico ni clínico, sino social. Este método, que consiste en la aplicación de un gel en los conductos deferentes para bloquear temporalmente el paso de los espermatozoides, ha estado en desarrollo durante años, pero enfrenta resistencia de quienes históricamente han delegado la responsabilidad reproductiva en las mujeres.
El problema es alimentado por una educación sexista y la histórica priorización del placer masculino sobre la corresponsabilidad en la planificación familiar. «Basta el ejemplo de la píldora azul para entender esta dinámica», comentó, aludiendo al contraste entre la motivación por potenciar el placer masculino y la indiferencia hacia métodos que abordan la desigualdad en salud sexual.
La médica indicó que el cambio en la dinámica de la planificación familiar solo será posible bajo dos condiciones: una huelga sexual y reproductiva de las mujeres, para dejar de tolerar los costos físicos y emocionales de los métodos anticonceptivos, o una profunda reeducación sexual y reproductiva de los hombres.
Señaló que incluso el condón, ampliamente disponible y promovido como el método universal de anticoncepción, sigue siendo objeto de negociación entre las parejas, por lo que un cambio rápido no es factible.
Una educación patriarcal y sexista, donde la crianza y la paternidad son vistas como temas secundarios para los hombres, permite su evasión de discusiones sobre reproducción y corresponsabilidad, afirmó la activista.
Además, criticó la mercantilización de los métodos, señalando que las soluciones que no son rentables, como opciones accesibles y sin prejuicios, rara vez reciben la atención necesaria para su desarrollo e implementación.
Fibela Esparza enfatizó que los profesionales de la salud tienen un papel crucial en el cambio de esta dinámica, pero para ello se debe tener una actitud menos impositiva y más propositiva, ayudando a construir un panorama en el que la responsabilidad anticonceptiva sea verdaderamente compartida y libre de estigmas.