No voy a debatir cuál es el contenido del concepto de pobreza, en tanto que todos consideramos que es un concepto polisémico y tiene variadas interpretaciones según el ángulo con el que se le investigue o estudie, o forme parte de las estadísticas y la utilidad que se le pueden dar.
Utilidad que puede ser para conocer la realidad sociológica y económica de una entidad o un país, y a partir de los resultados que arrojen las investigaciones o estudios, se elaboren planes para combatir la pobreza, pero de que continuarán existiendo pobres en los países del globo terráqueo es un hecho contundente, por más planes que se elaboren y se cumplan al cien por ciento.
Gran parte de las acciones que realizan los gobiernos para combatir la pobreza ya sea con recursos propios o provenientes de entidades como la ONU, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, sólo conducen a, en la mayoría de los casos, a programas remediales de muy bajo impacto y con una alta tasa de interés por haber recibido el capital para “combatir la pobreza”, quienes salen beneficiados de esa ayuda es el gran capital y los gobiernos en turno que no dan cuenta del uso y destino de los recursos recibidos.
La corrupción es una consorte que acompaña a los programas que implementan los diferentes gobiernos para disminuir la pobreza, pues suele ocurrir que los apoyos nunca llegan a sus verdaderos destinatarios, gran parte de éstos se pierden en los laberintos burocráticos y quedan en manos de los jefes de programa o quienes reciben los recursos son los que por causas desconocidas aparecen en un padrón, que nadie se hace responsable de su elaboración y de demandar una explicación la que se ofrece que se pondrá mayor cuidado para la próxima y ahora si verán que el número de pobres se abate con una precisión meridiana.
Y los pobres siguen siendo indiscutiblemente elementos inamovibles de los discursos oficiales y de las estadísticas de los organismos creados para dar cuenta de la evolución de la pobreza y su comportamiento, mientras tanto los pobres de carne y hueso conocen un diario vivir de penuria en su existencia que va desde los recién nacidos hasta la vejez, a diferencia dirán de los que nacen en sabanas de seda, de quién es culpa, del sistema o de ellos que no quieren dejar de ser pobres.
Cuando se opina con relación a los pobres se llega a decir “a los pobres les gusta ser pobres”, que harían si de repente dejan de serlo, se pegarían un tiro en la sien, no están capacitados para ingresar a otros niveles de vida, si hasta en la política se afirma: “político pobre, pobre político”, la pobreza se lleva con orgullo decía el charro zacatecano, cuando promovía a un candidato del PRI, miren nomas que bonitos se ven mi pobres, contentos y chamagosos ¿Ustedes son los que nos hacen fuertes o no?
Sería una insensatez que se erradicará la pobreza, dejaría de tener sentido la sentencia bíblica de que “es más fácil de que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico ingrese al reino de los cielos”, el paraíso está reservado a los pobres, si no hay pobres quién practicará la caridad, bueno se llegaría al extremo de que los gobiernos tendrían que justificar de otra manera los programas sociales.
No es una necedad de quien escribe de justificar la existencia de la pobreza, lo que sí está entre líneas es la virtud que tiene la existencia de la pobreza para quien hace de ella una política programática se esté o no en el poder, el problema es cuando se analiza si un miembro de la clase alta es pobre intelectualmente o un ministro religioso tiene como característica su pobreza moral, ya cuando rebasamos el problema de la pobreza material y se ingresa a la esfera intelectual, espiritual, moral o cultural entramos en una zona demasiado densa, sin dejar de lado lo anterior si podemos hacer una conclusión que se deriva de aquel refrán popular: “pobre del pobre que al cielo no va lo …” ■
*Docente-investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas