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jueves, 24 abril, 2025
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La actualidad de la geometría y la topología política: Izquierda-Derecha /Arriba y Abajo

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

La geometría política que permitía dividir las ideas y posturas políticas en izquierda y derecha parece estar en crisis en las dos últimas décadas, y también parece que la necesidad de expresar la clasificación política con mayor actualidad a la realidad contemporánea ha llevado a introducir la metáfora topológica de abajo y arriba. La geometría izquierda-derecha obedece sobre todo a la ubicación en torno a dos conceptos clave del pensamiento político: igualdad y libertad. Para las derechas lo central es la libertad que se opone a igualdad, es decir, la igualdad aparece como una manera de limitar o hasta eliminar la libertad, por ello, el Estado de bienestar les parece una forma de servidumbre porque controla y acota la iniciativa de los ciudadanos por su función redistribuidora de la riqueza y las oportunidades. En cambio, las izquierdas ven a la igualdad no como opuesta, sino como la propia condición de posibilidad de la libertad. Por ello, ponen como centro el impulso de la igualdad. Así las cosas hay izquierdas en el liberalismo igualitario, en el comunitarismo y socialismos contemporáneos. Con sus diferencias ente ellos, mantienen su centro de gravedad en la igualdad. Su oponente actual más importante es la derecha neoliberal, que mantiene ahora mismo la condición de hegemonía en Europa, Estados Unidos y algunos países de América Latina. Las derechas no-liberales se han reducido a pequeñas sectas sin gran relevancia política.

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Sin embargo, la geometría izquierda-derecha entra en problemas porque con la hegemonía del liberalismo a partir de los 90 tuvo lugar el fenómeno del corrimiento al centro. Las ideas que respaldaban dicho corrimiento son la ética del consenso: lo importante de la actividad política es la construcción de acuerdos que eliminen el conflicto. Por ello, es esencial que los partidos que representaban los intereses de las diversas facciones sociales redujeran sus diferencias al mínimo para acercarse a los acuerdos. También tuvo lugar el fenómeno mundial de los partido ‘cachalotodo’, que pretendían no representar a una facción social, sino a toda la sociedad, para con ello ampliar su bolsa de votantes. Resultado: partidos iguales sin distinciones ideológicas que competían sólo por el mercado de los votos como si de una mercancía se tratara. Pues bien, estos fenómenos borraron las diferencias en los sujetos del sistema de partidos. Pero además, el conjunto de la clase política se separó cada vez más de sus ‘representados’ y se convirtió en una suerte de casta. Por ello, los mecanismos de reproducción de esta élite política en tanto élite, generó una suerte de oligarquía que impide la movilidad política de abajo hacia arriba, y con ello, frena la distribución social del poder. Surgen verdaderos clanes (red de familias) en los partidos políticos. Así las cosas, esta situación de separación-sólida entre élites y el ‘pueblo’ genera la forma de clasificar intereses entre ‘abajo y arriba’. Esto trajo como consecuencia el des-dibujamiento de la izquierda partidaria: con el discurso de ‘la modernidad política’ pacta con las derechas y se aleja del tejido social profundo.

Los grupos de la sociedad civil que se ubican en el ‘abajo’ de la topología política, como ven que el elitismo se alimenta en los sistemas de partidos políticos y en el propio Estado, adoptan un discurso antipartidos y antiestatal. Y con el surgimiento de las formas autonómica, opusieron su lucha por las autonomías a la lucha partidaria (que era de ‘arriba’). De hecho, estas organizaciones sociales y civiles se retiraron de la lucha por el Estado. Pero con ello, renunciaron a resolver los problemas públicos, pero que atendían en escalas comunitarias; abandonaron la lucha por la gestión de la renta, y terminaron dando entrada libre a los poderes fácticos en la conducción del Estado. Con lo cual, aumentó en forma abrumadora la desigualdad social y la inmovilidad de la pirámide política. Las grandes multinacionales hicieron uso del Estado para hacer crecer su poder (verbigracia la reforma energética). La correlación social de fuerzas se expresa en la desigualdad funcional: el trabajo se queda sólo con 25 % de la riqueza anual de nuestro país, y el resto corresponde al capital. Lo cual fue posible porque dicho capital se apropió de los mecanismos del Estado.

En estas circunstancias la lucha por el espacio estatal es vital para hacer avanzar la lucha por la igualdad. Esto es, renace la urgente necesidad de construir una izquierda que no vea hacia el centro, reivindique su diferencia, y remarque el disenso. Promueva a toda costa políticas de choque frontal con las políticas neoliberales a través de la lucha por la renta básica, la gobernanza y el Estado-relacional. Pero la única posibilidad de la pelea por la igualdad social pasa por pelear el espacio del Estado, (pero sí y sólo si se llevan a cabo programas radicalmente progresivos). Esto significa reactivar el significado de la geometría izquierda-derecha, que además impacta en la topología arriba-abajo, porque esta última surge como una manera específica de desigualdad sólida, pero en el terreno de lo político. Además de una sociedad civil que emerja como Constituyente, lo que ayudará a hacer política desde abajo. Sin embargo, es esencial que la sociedad civil constituyente y partidos políticos de izquierda definida, puedan hacer enlaces o confluencias que se potencien mutuamente, pero conservando cada quien sus formas organizativas. Es tiempo de marcar la diferencia y el disenso, y proponer formas del manejo de este último en un esquema de Democracia radical, como lo afirma Chantal Mouffe. La topología de abajo-arriba, no elimina o sustituye la geometría izquierda-derecha, sino que la renueva y actualiza. ■

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