Ernesto González Romo, recién nombrado secretario de la Función Pública dice estar contento y esperanzado con esta nueva encomienda, destacando la libertad que le ha sido conferida junto con el encargo para abordar un combate frontal a la corrupción y “tomar decisiones difíciles”.
Un modelo de honestidad total en la administración pública es un requisito indispensable para el desarrollo del estado, afirma el ex diputado local. Su enfoque se basa en la convicción de que la cultura de la corrupción no es inherente al pueblo mexicano, como muchos argumentan al esencializar conductas que, en realidad, son prevenibles.
Sin embargo, una cultura de la deshonestidad si ha tomado arraigado en el servicio público, señala González Romo, por lo que sus estrategias para hacer frente a estas conductas, son la prevención y la reeducación, por una parte, y ser implacables en las sanciones para quienes incurran en corrupción como servidores públicos.
“Esta máxima de que el que no transa no avanza, en realidad es una trampa que nos ha llevado a tener muchos problemas y a limitar nuestro desarrollo. La realidad es que son las sociedades más honestas las que tienen mejor calidad de vida y eso necesitamos entenderlo”.
Es fundamental, por tanto, formar una nueva generación de funcionarios públicos con una clara escala de valores, donde actos como “falsificar una factura o un procedimiento” a petición de un superior sean impensables. Estos actos deben ser reconocidos como un robo al erario y una traición a la ciudadanía, igual o más censurables que “tomar 500 pesos de la cartera de un compañero”, algo que difícilmente harían.
La simplificación de los trámites es otra de las prioridades para el nuevo secretario de la Función Pública, pues “hay que recordar que el hecho que tengamos trámites engorrosos y complejos, es simple y sencillamente una oportunidad para que haya un acto de corrupción”.
Una vez que se concrete la ratificación del Congreso, González Romo como secretario en funciones, se ocuparía de forma prioritaria del área de atención al público, procurando que “los primeros funcionarios que están en contacto con los ciudadanos tengan procesos absolutamente honestos”.
La Secretaría de la Función Pública es una dependencia “con enorme capacidad, con un recurso humano impresionante, con personal técnico capacitado. Y yo sostengo que la principal tarea, en mi caso, como coordinador de los esfuerzos, es que tengamos acciones muy concretas, muy puntuales, que tengamos cinco o seis ejes a lo mucho, donde enfoquemos nuestras baterías para lograr cambios sustanciales”, comparte el fresnillense.