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lunes, 12 mayo, 2025
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Un día de trabajo en el semidesierto

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

Es hermoso llegar a Zacatecas al amanecer. La tierra roja se funde con el cielo, que se tiñe de un suave rubor al nacer el sol. Así, esta tierra me recibe, y siento que se alegra de renacer en un nuevo día.  

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Mientras mi corazón se alegra al pisar nuevamente esta tierra, mi mente empieza a ordenar los compromisos del día. Miro el reloj y, como siempre, es tarde. Mi mochila al hombro lleva todo lo que me acompaña: expedientes de gestión, artículos de limpieza, mis cargadores, un par de agendas que me recuerdan que no puedo depositar toda mi confianza en la tecnología, y mis medicinas, que me reclaman por tantos años recorriendo Zacatecas y todo el país.  

Me echo un poco de agua en la cara para despejar el sueño y me peino hacia atrás. Es hora de comenzar el camino. Subo al vehículo, donde me espera el compañero que me acompaña siempre en esta, mi tierra. Salimos con el sol un poco más alto y el cielo más despejado. Una vez más confirmo que no existe azul más hermoso que el azul del cielo de Zacatecas.  

A pesar del frío matutino, atravesamos a toda velocidad los largos caminos rodeados de nopaleras y cactáceas, esa especie de señal que nos indica que estamos entrando al semidesierto zacatecano. Este semidesierto que se siente en el corazón; es el lugar donde las zacatecanas y zacatecanos luchan todos los días por sacar de la tierra un poco de esperanza.  

En el municipio de El Salvador, al noreste del estado, muy cerca de Coahuila y Nuevo León, nos esperan. Queremos platicarles sobre lo que estamos haciendo en la Cámara de Diputados: las reformas al Poder Judicial, la Igualdad Sustantiva, la lucha contra el maíz transgénico, la ampliación del Catálogo de Delitos con Prisión Preventiva, y los esfuerzos por disminuir la violencia en el país.  

Queremos decirles muchas cosas, pero sobre todo queremos verlos, hacerles saber que estamos aquí para servirles, que cuentan con nosotros.  

“¿Para qué va hasta allá, doctor?” me pregunta incluso mi propio equipo de trabajo.  

Y la respuesta me la da la misma gente cuando llegamos. Siempre me reciben con sonrisas, alegres y dispuestos a platicar; con ganas de compartir sus sueños y anhelos, desde su semidesierto, siempre con la esperanza puesta en Dios, por sus familias, por sus hijos, por sus parejas, por Zacatecas.  

Vengo porque soy del pueblo, y mi lugar está con el pueblo. Para mí, no son mi electorado; son las personas por las que todos los días salgo con la intención de retribuirles un poco de la fortaleza que me brindan cuando me permiten caminar a su lado, comer un taco y contarles lo que estamos construyendo: un mejor país en el marco del proyecto de la Cuarta Transformación y la presidencia de Claudia Sheinbaum.  

Camino por el semidesierto zacatecano con gusto, como camino por la capital del estado y por la capital del país. Somos un solo país.  

Sé que mi lugar y mi compromiso están con la gente, con el pueblo que solo busca un futuro mejor, porque en sus sueños también están los míos. Este viaje, como todos los que he hecho, no es solo por ellos, sino por nosotros, por un México que sigue transformándose con cada paso que damos juntos.

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