En el marco de las actividades del Festival del Corrido a Don Antonio Aguilar 2024, el docente investigador Luis Díaz Santana Garza ofreció una reveladora conferencia en la que conectó dos mundos aparentemente dispares: el narcotráfico en Texas durante los años 70 y la cultura popular mexicana. Ante una audiencia ávida por explorar los vínculos entre la música de los narcocorridos y la historia social, Santana Garza destacó la importancia cultural y social de estos fenómenos musicales.
Sanata Garza comenzó contextualizando su elección del tema, destacando la experiencia migratoria de Antonio Aguilar a lo largo de su vida. Al igual que el hecho de que el narco corrido fue uno de los géneros musicales que más interpretó en su carrera. Destacando que fue uno de los primeros cantantes en adoptarlo, especialmente cuando comenzó a acompañarse de banda.
Uno de los aspectos centrales de la conferencia fue el análisis de cómo los corridos no sólo documentan la vida de figuras como el citado Gómez Carrasco, sino también de la armonía, melodía y espacios performativos que lo acompañaron. Destacando que estos corridos funcionaron como expresiones de resistencia y protesta dentro de las comunidades hispanas en Estados Unidos.
El personaje Federico Gómez Carrasco lideró la toma de rehenes más larga en la historia del sistema legal estadounidense en 1974 y murió en un intento de fuga, por lo que su historia criminal se volvió rápidamente tema de corridos debido a su notoriedad y a la atracción pública por el sentido riqueza y poder que expresaba esta música. “Sólo durante los días del motín se escribieron más de una veintena de canciones en español sobre el incidente” destacó Santana Garza, incluso fue inspiración durante una década y media.
Además, se abordó la evolución del término «narco corrido», introducido por los medios de comunicación en la década de 1990, y cómo esto ha influido en la percepción pública del género. Según el doctor «la música narra historias que no siempre son políticamente correctas, pero que son esenciales para comprender las complejidades de la vida en la frontera».
El impacto de los corridos trasciende la música misma; estos reflejan tensiones culturales e identidades en conflicto, especialmente en un contexto de discriminación y represión policial hacia las comunidades mexicano-americanas en los años 70. «Los corridos sirvieron como voces de resistencia», enfatizó Santana Garza, «reclamando espacios para las historias que de otro modo se perderían en el olvido».
Incluso citó a Luis Astorgan, quien menciona que el impacto mediático extraordinario y la percepción distante desde los medios hacia el corrido de narco en México, marcaron una época que despojó al estado de su monopolio de medio siglo. En cuanto a la construcción simbólica del narcotráfico, todo lo que se sabía estaba mediado por el gobierno, pero esto despojó al ciudadano del conocimiento directo.
La conexión entre el narcotráfico en Texas y el Festival del Corrido, aunque inicialmente sorprendente, demostró ser una oportunidad invaluable para explorar la complejidad de las relaciones culturales y sociales a través del arte y la música.
