Unos 200 kilogramos de cebolla fueron arrojados ayer en el vestíbulo del Congreso local por campesinos de la Asociación de Frijoleros Organizados por el Bienestar de Zacatecas, del centro y norte del estado, en protesta porque, aseguran, los diputados locales no intervienen para mejorar las condiciones del campo.
Los labriegos, encabezados por su líder, Fernando Galván Ortega, del municipio de Río Grande, también se manifestaron en el centro histórico de la capital y en la plaza de armas.
Se quejaron del bajo precio de hortalizas como la cebolla y el ajo, y de que los gobiernos federal y estatal no controlan a los intermediarios o coyotes de los productos del campo, que son los que se quedan con la mayor parte de las ganancias de sus cosechas.
Galván Ortega explicó que “la cebolla no tiene precio… El kilo anda a un peso, la tonelada en mil pesos. Así no se puede. Por eso nuestros compañeros la dejan tirada en sus parcelas, sin cosecharla, porque no conviene, no salen los gastos, no te da”.
Expuso que es un problema estructural de los dirigentes y funcionarios del sector agrícola de la administración estatal y federal pues, afirmó, la corrupción está enquistada
y no se ha depurado el sistema.
El dirigente campesinos señaló que “hay mucha corrupción, y no puede nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, pero debe depurar, porque desde el sexenio pasado, desde que llegó Ignacio Ovalle (quien estuvo al frente de Seguridad Alimentaria Mexicana, son los mismos los que manejan el coyotaje, ellos o sus hijos”.
También exigimos que nos paguen la cosecha del frijol que se acopió hace mes y medio. No vamos a bajar la guardia; queremos que las autoridades se pongan a trabajar. Ni los diputados ni el gobierno del estado actúan, hacen oídos sordos
, se quejó.
Denunció que el gobierno de Zacatecas, a cargo del morenista David Monreal Ávila, sólo le ha mentido al campesino: la semilla que nos prometieron desde abril no ha llegado. Engañaron a los productores de frijol; los trajeron en camiones desde varios municipios, y les dieron de comer, sí, pero no les entregaron las tarjetas para el diésel que les habían prometido. Además, la semilla nos la venden a 50 pesos el kilo, y el frijol nos lo compran a 27 pesos el kilo
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