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jueves, 25 abril, 2024
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Editorial Gualdreño 484

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 484

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Julio Antonio Luis Ruelas Suárez nació un día como hoy, 21 de junio, pero de 1870 en la ciudad de Zacatecas. Su obra La magnolia está de visita en el Museo de Guadalupe; este óleo creado por el artista zacatecano en el año de 1900, integra la exposición Patria Diamantina, notas alegóricas de Ramón López Velarde, inaugurada el pasado 18 de junio como parte de las conmemoraciones del centenario luctuoso del poeta jerezano y de los 100 Años de “La Suave Patria”.

La magnolia, con su potente fuerza expresiva, nos recibe en la sala en la que además se exhiben obras de los contemporáneos de Ramón López Velarde: Ángel Zárraga, Roberto Montenegro y Saturnino Herrán.

Zárraga, nacido en Durango en 1886, fue alumno de Julio Ruelas cuando este impartía clases en la Academia de San Carlos; en las aulas, alrededor del año 1903, coincidió con Francisco Goitia (1882) y Saturnino Herrán (1887), quienes fueron sus compañeros y discípulos del maestro que ya planeaba su viaje a París a donde partiría en 1904 y fallecería el 16 de septiembre de 1907.

La época en la que Ruelas vivió, el cambio del siglo XIX al XX, estaba caracterizado por el afán de sus artistas por romper con el viejo orden cultural; México era una nación joven que no tenía ni 100 años de haberse constituido como un país independiente; ese tiempo, además, estaba marcado por los movimientos artísticos europeos. Viajar a Europa a estudiar, a vivir, a aprender de lo que allá se hacía, era el sueño de toda una generación. Ruelas había viajado ya en 1892 a Alemania y emprender un nuevo viaje a la capital francesa era su objetivo prácticamente desde que el nuevo siglo inició.

Como profesor, sabía que su labor tendría que ir más allá de enseñar las técnicas que le eran encomendadas por la academia; de alguna manera entendía también que incitar a sus alumnos a que abrieran sus rutas de aprendizaje era parte de su objetivo. De ahí que los motivaba para que viajaran también para darse la oportunidad de conocer otras formas de vida y de creación artística. Eso lo consiguió con Francisco Goitia, quien cruzaría también el océano, pero no para vivir en París, sino en Barcelona y en Roma; Goitia es quizá uno de los grandes ausentes en la exposición mencionada.

Saturnino Herrán tuvo también como profesor a Severo Amador -ex discípulo de Julio Ruelas también-, a quien conoció en Aguascalientes -cuando Amador fundó una escuela de dibujo- y luego continuó sus estudios en la academia, en donde Ruelas fue su profesor. Ya en la Ciudad de México, a donde se mudó en el año de 1902, vuelve a reencontrarse con Ramón López Velarde, a quien había conocido en la capital hidrocálida. Su amistad duró hasta el último de sus días, el 8 de octubre de 1918. Su obra La criolla del mango (1915) también es parte de la exposición Patria Diamantina.

Si todos los caminos llevan a Roma, a mí casi todos los caminos me llevan a encontrar la relación existente entre los artistas zacatecanos nacidos en la misma época de Julio Ruelas, quien el día de hoy hubiera cumplido 151 años. Años después de la muerte de Ruelas, Justino Fernández diría sobre él en su libro Arte moderno y contemporáneo de México:

 

“Ruelas es un pensador realista de nuevo sentido porque se refiere a la realidad de la existencia humana, sobre todo a sus aspectos dolorosos, si bien queda abierto el campo de la fantasía, actitud coincidente con Goya […] Por el lado de las formas de expresión Ruelas es realista, es decir naturalista u objetivista, aunque en estricto sentido el objeto no es solo tal, sino un símbolo que refiere a una sobre o subrealidad […] Materiales o motivos románticos son todos usados simbólicamente por el artista, quien va más allá del romanticismo si se consideran con atención sus mensajes”.[i]

 

Qué mejor oportunidad de comprender mejor lo que Fernández decía sobre Ruelas, que ir al Museo de Guadalupe para ver La magnolia, una obra en que la finitud de la vida y esas zonas limítrofes entre la vida y la muerte son representadas simbólicamente por una flor, una libélula, una mariposa negra y al fondo: la figura de un anciano apenas perceptible.

Feliz cumpleaños, Julio.

 

Jánea Estrada Lazarín

[email protected]

 

 

[i] Del Conde, Teresa, Julio Ruelas, Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, México, 1976, p. 89.

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