Lo dicho: la impunidad reproduce el delito. Por tanto, el castigo al delito previene males futuros. La cadena de reproducción del mal se rompe cuando se cumple la ley. El populismo penal no tiene efecto, porque aunque eleven las penas de ciertos delitos, si no hay efectivo procesamiento de los responsables el incentivo para inhibir comportamientos desviados no existe. Se pueden poner penas perpetuas, pero si no hay riesgo de ser procesado, el sujeto delincuente no se detiene.
Ahora bien, cuando Sutherland nombró y estudió los “delitos de cuello blanco” pudimos caer en la cuenta que puede haber males mayores de personas que vienen de barrios pobres o por criminales de banqueta, y esos son los medio-educados, con ingresos altos y que se mueven entre escritorios, oficinas y detentan cierto poder. Condiciones para que los delincuentes elegantes tengan éxito se necesita que tengan redes de complicidad entre pares, habilidades y conocimiento suficiente de los mecanismos administrativos (competencias profesionales) y un alto capital social. En otras palabras, no son personas antisociales, irracionales o torpes. La paradoja es que estos sujetos pueden delinquir si cuentan con una serie de virtudes. Estas últimas hacen las veces de máscara de los movimientos turbios. Aparecen como personas ‘decentes’ y sin necesidad de robar. Justo esta condición es la mejor para operar los crímenes clásicos del guante blanco: el tráfico de influencias, el fraude, lavado de dinero, cohecho (soborno), quiebras engañosas, peculado, prevaricación y, claro está: delincuencia organizada.
Ahora que la seguridad se vincula a caudales enormes de dinero por causa de las estratosféricas rentas del narcotráfico, se ha convertido en un estímulo enorme que funcionarios con poder sobre fuerzas de seguridad (como gobernadores) negocien con los cárteles el tráfico libre de enervantes. Desde aquel famoso gobernador de Sinaloa en tiempos del Cártel de Guadalajara, muchos gobernadores han pasado a la historia con la sospecha de colaborar con los empresarios violentos de la droga. Y el poder económico que acumulan junto con sus lazos criminales les da mayor poder sobre las instituciones: así crean un círculo vicioso muy difícil de romper. Muy.
El caso de Cabeza de Vaca es de extrema relevancia no por su caso individual, sino porque puede significar un momento de rompimiento del círculo vicioso que señalamos arriba. Como estos sujetos actúan en redes, una manera de mejorar su condición legal es denunciando a sus cómplices, lo cual puede mejorar las pesquisas. Y al final, hacer caer las redes. Esto es, si una detención de este tipo no termina en el derrumbe de la red que lo soportaba, se habrá fracasado. Por eso, es tan importante que las anteriores aprehensiones (Lozoya o Rosario) llevan a la red completa; de lo contrario, todo habrá fracasado. En suma, la investigación sobre Cabeza de Vaca tiene altas expectativas sobre la inhibición de las conductas delictivas de gobernadores, esperamos que culmine de acuerdo a ellas y sea un precedente para Zacatecas.
