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sábado, 20 abril, 2024
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Hoy todos somos demagogos

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Pocos o quizá ningún día del año tienen más demagogia que este, el 10 de mayo. En el día de las madres abunda la demagogia de nosotros, los hijos, que declaramos amor, regalamos detalles, y profesamos devoción que nos hace falta el resto del año.

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En épocas electorales como ésta, a la demagogia familiar que enternece hoy a nuestras madres, se suma la que prodigan candidatos políticos que hoy se deshacen en flores y loas, aunque una vez llegados al cargo, pocos de ellos harán un mundo mejor para vivir la maternidad.

En parte buscando que ello suceda, las boletas electorales se llenan cada vez con más nombres femeninos que ganaron candidaturas en buena medida gracias a las acciones afirmativas, y las cuotas de género que obligan a los partidos políticos a llevar al menos 50 por ciento de mujeres en sus postulaciones.

Esto ha facilitado sí, por un lado la llegada de mujeres de gran valía a las candidaturas, pero también es innegable que ha significado la llegada de mujeres que conquistan esos espacios por su relación con hombres de poder, que lo utilizan para colocar en esos lugares a las mujeres de su confianza, siendo algunas de ellas con méritos y preparación y otras no.

Aún esas mujeres, las que tienen la suerte de estar relacionadas de una u otra manera con figuras de poder, o incluso las que provienen de entornos privilegiados, enfrentan la desigualdad con sus equivalentes varones, particularmente cuando ejercen la maternidad.

Es la sola posibilidad de la maternidad el primer diferenciador entre hombres y mujeres, porque éstas últimas, a los ojos de algunos, no los míos, claro está, no merecen que se invierta lo suficiente en su educación, se les haga titulares de las herencias, o se les contrate, porque en cualquier momento pueden convertirse en madres, priorizar a sus hijos, y “echar a perder” todo lo que se haya “invertido” en ellas.

No sucede eso en el pensamiento colectivo cuando se trata de los hombres, incluso si ellos también se convierten en padres. Más aún, dado que la cultura los asume los naturales proveedores, invertir en la superación de los hombres se asume como la manera de invertir en la superación de toda una familia aunque visto está que eso no es tan simple ni tan lineal como se pretende.

Eso que antes es sólo posibilidad, se reafirma cuando un embarazo se convierte en realidad. Son las mujeres las que la biología hace pasar por nauseas, mareos, cambios corporales, etcétera, que naturalmente modifican su día a día, y evidentemente no ocurre así con los hombres. Es un proceso biológico, y es comprensible, pero eso no tendría que traducirse en la perpetuación de la desigualdad, pues pasado el tiempo, la diferencia biológica sólo es el pretexto de la social.

A lo largo de la crianza la situación no mejora, incluso en los casos en los que se ejercer en pareja, pues aún falta mucho para que en la mayoría de los casos el trabajo que esto implica se distribuya de forma equitativa. Si por alguna razón los padres se encuentran separados, la diferencia es aún mayor pues lo económico y el cuidado del menor se vuelven tareas que recaen aún más en la mujer, al menos en la generalidad de los casos.

Para cuando pasan los años y los hijos ya adquirieron independencia, el rezago en la mujer es notorio. Probablemente dejó los estudios o evitó continuarlos por falta de tiempo, perdió oportunidades laborales, repartió su energía entre el trabajo, la crianza y lo doméstico, generó menos relaciones sociales de ayuda, etcétera.

De esto ni siquiera se libran las mujeres que mencionábamos inicialmente, aquellas cercanas a hombres de poder. ¿A cuántas les habrán negado la posibilidad de una candidatura por estar embarazadas? ¿Cuántas podrán dedicarse a sus campañas con la tranquilidad de que sus hijos están en buenas manos como lo hacen los hombres que comparten esa circunstancia?

Basta hacer un recuento rápido por las mujeres destacadas en la política, ¿cuántas de ellas son madres? ¿Cuántas tienen hijos pequeños? ¿Cuántas de las mujeres en la política tienen parejas dedicadas a la misma actividad, y por tanto tienen la colaboración de sus cónyuges sólo por ser equipo político? ¿Pasa lo mismo con los hombres? Ande, lo invito a hacer el repaso mental.

¿Las cuotas de género abonan a solucionar esta desigualdad? Por hoy eso apenas importa, hoy, disfrutemos las flores y los mariachis, que al menos eso queda de este día, mañana ni siquiera eso.

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