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jueves, 28 marzo, 2024
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2020: el Estado (democrático)

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Nunca olvidaremos este año, seguro. Más no
basta evocarlo: hay que conjurarlo actuando.

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En una de las últimas ediciones del programa Es la hora de opinar que conduce Leo Zuckerman en el año que se va, el politólogo preguntó a sus compañeros de mesa de los lunes, Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda y Javier Tello, sobre sus personalidades del año. Fue este último quien con su conocida lucidez seleccionó para esta distinción, no a una persona humana, sino al Estado. Hago eco de su elección por parecerme que en un año tan caótico como este 2020 también nos ha servido como recordatorio de la importancia de este ente. Claro que no nos referimos a cualquier Leviatán, sino a uno cuyo diseño específico le permita procurar y garantizar condiciones mínimas de justicia y libertad. Para ser más concretos, hablamos del Estado Democrático Constitucional: uno que, a través de diversos instrumentos jurídico-constitucionales, asegura sus límites de poder, pero también afirme sus funciones a favor de los derechos humanos. El 2020 configuró todos los temores de estadistas y burocracias profesionales: el desmantelamiento del Estado lo incapacitó para hacer frente a una crisis de las dimensiones para las que fue diseñado con tanto esmero y profesionalismo. Ese ente, vilipendiado y durante décadas asediado con aforismos de inutilidad frente al mercado y de austeridad en aras de reducir la carga fiscal a los más ricos, fue incapaz de implementar las estrategias necesarias para paliar la situación por todos conocida hoy, que trajo el COVID-19.

Pero no es solo el Estado y su adjetivo hoy inherente, la democracia, los que mostraron, con una parcial ausencia, su importancia. También los servicios públicos y los profesionales de los mismos, empezando por el personal de salud de las instituciones sociales que con valentía y un sentido del deber inigualable, se convirtieron en héroes solitarios frente a una sociedad ingrata. También los burócratas serios, profesionales y comprometidos que advirtieron siempre “el quinto riesgo” (haciendo analogía y eco del texto de Michael Lewis, sobre la desastrosa transición de Donald Trump al poder en Estados Unidos).

Este año y sus crisis encadenadas, nos deben recordar y, ojalá, llamar a la acción, para entender que ése desprestigiado Leviatán merece la oportunidad de servir a la sociedad, sí entre todos nos esforzamos por convertirlo, primero en democrático y luego, de dotarlo de una burocracia, profesional, ética, comprometida y seria, al nivel de una empresa con los más altos estándares de reclutamiento.

En 2020, coincido con Javier Tello, el personaje del año, por sus ausencias, pero también por sus precisas presencias (en los servicios de salud, por ejemplo), fue el Estado ¿cómo representarlo? Con el rostro del personal de salud. Me imagino yo, una Doctora.

@CarlosETorres_

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