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jueves, 28 marzo, 2024
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El General sí tiene quien le escriba

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

México es un país que obtuvo su independencia y sus transformaciones a partir de la lucha armada. De hecho, México como hoy lo conocemos, fue producto de una violenta conquista que costó miles de muertes. El poder en nuestro país suele arrebatarse de alguna u otra forma, el poder en México ha ido siempre de la mano de un ejército, el de los españoles, el de los insurgentes, el de los reformistas, el de los revolucionarios o el de los ciudadanos…

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Los militares en México son una estirpe añeja, un poderoso sector de la vida pública de nuestro país. No olvidemos que en las luchas y trasformaciones que describo en el primer párrafo, fueron ellos artífices e intelectuales. 31 militares fueron presidentes de México hasta que llegó el civilismo con Miguel Alemán Valdés y con él, una era, a veces con tropiezos sexenales, llegaba a su fin.

El ejército mexicano y las fuerzas armadas se entienden indispensables y tal vez lo sean, han sido y siguen siendo, una casta dorada (cuando menos sus mandos) que ha vivido en la opulencia y en el decoro total siempre del lado o al lado, literalmente del presidente. El Estado Mayor Presidencial es el esquema de representación de las fuerzas armadas con y en el presidente en turno, si bien su función principal es velar por su integridad, es siempre un recordatorio de que el ejército es leal al comandante supremo, mientras el comandante supremo no suprima al ejército.

Hasta el propio Andrés Manuel supo guardar esta máxima, e hizo a los militares sus principales aliados, delegándoles la construcción de sus proyectos más importantes tales como Santa Lucía, tren maya y algo de dos bocas. No es un secreto que los contratos millonarios que generan esos monstruos de dinero, ahora los asignan los militares, y no muy diferente a como era antes, claro que existen favorecidos y habrá nuevos millonarios, como ahora hay nuevas e en ciernes empresas. Pero cualquier presidente bajo el sistema en el que vivimos y en realidad en la que nos encontramos hubiera hecho lo mismo, es más, incluso creo que AMLO fue más allá, nuestro presidente no se queda a medias tintas, le gusta el todo y le gusta la nada, le gustan los super y le gustan los infras, tiene super delegados y tiene super militares por ejemplo, y son estos últimos los que le dan la valentía y la legitimidad para hacer y deshacer según su visión de país. Obtusa o no, esa visión de país está acompañada por el último resquicio de legitimación popular, me refiero a la institución castrense y su calificación en la sociedad mexicana.

Cuando el desencuentro entre las cancillerías y entre Marcelo Ebrard con el embajador Landau, por la detención arbitraria o cuando menos unilateral, como el propio canciller mexicano la denominó, del General Cienfuegos, algo pasó que cimbró a las fuerzas armadas, desde su tropa hasta sus mandos y el mensaje no se hizo esperar: un militar de la talla de Cienfuegos no puede ser juzgado y exhibido en una un país con una justicia tan recta como la del país vecino. Debe ser juzgado donde los claros obscuros del proceso no vulneren el poder y los abusos del ejército y menos, se hagan públicos. El tamaño de la presión explica por qué la luna de miel, si es que alguna vez la hubo, con el gobierno de Trump o con la fiscalía de los E.U.A llegó a su fin.

El expediente exhibido por la fiscalía y los delitos imputados y retirados hace apenas unas horas, fueron producto de las investigaciones siempre frágiles y apresuradas de la DEA. Y parece que fue so pretexto de limitar las operaciones de esta agencia, como el gobierno mexicano dobló a la fiscalía norteamericana para que retirara los cargos y dejara al General en libertad para regresar a México.

Esto no quiere decir que Cienfuegos sea culpable o inocente, la politización de la justicia, cuando menos en este caso no se ha hecho presente en el juicio, solo en cómo y dónde será enjuiciado el general, por lo tanto, en cuanto pise nuestro país se iniciará un juicio nuevo, con indicios y pruebas nuevas. Parece ser que la rifa del tigre le tocó a Gertz Manero y a su equipo, es sin dudas y en caso de llevarse a cabo, un juicio sin precedentes contra la más alta autoridad jerárquica del ejército y las fuerzas armadas y tal vez, contra el más alto funcionario púbico del México moderno, juicio para el que difícilmente y en muchos sentidos está preparado el sistema político mexicano.
¿En hora buena?

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