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jueves, 18 abril, 2024
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El Programa Sectorial de Educación 2020-2024; entre la legalidad, la legitimidad y lo legítimo 1/2

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Las prácticas pedagógicas se
centran cada vez más en cuestiones
tecnológicas, de competencia para
ser productivos en el sistema.
Jurjo Torres Santome

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Cómo recuerdo el revuelo que ocasionó aquella reforma curricular que se implementó hace aproximadamente diez años, mucho se dijo que dicha reforma sería una verdadera revolución pedagógica, así lo hacían saber las autoridades educativas en turno, el modelo curricular lo centraron en el desarrollo de “Competencias” –no sé competencias para qué-. En un primer momento, los docentes vieron con asombro lo que se les imponía, los comentarios de los mentores no se dejaron esperar; había quienes “inocentemente” aseveraban que se trataba de un modelo que pondría a competir a los alumnos y que eso era bueno, hasta aquellos que, de manera abierta, decían no entender la finalidad de dicho modelo; había también directivos que, con posturas perversas y acríticas, afirmaban que para formar alumnos competentes se necesitaban maestros competentes –completamente descontextualizados y faltos de conocimiento para entender por lo menos la intención de dicho modelo-.

Se llegó al extremo de hacerle saber a los docentes que el modelo curricular centrado en el desarrollo de competencia podría considerarse como el redentor de la educación, la experiencia nos dijo que para lo único que sirvió dicho modelo, fue solamente para administrarlo, jamás para favorecer la movilidad de conocimientos, indispensables estos para el desarrollo de competencias. Saturaron a los maestros con el llenado de toda una serie de formatos a grado tal que, les ocupaba más tiempo dicho llenado que el prepararse para las sesiones áulicas. ¿Cuál fue la consecuencia de todo esto?, simple, que el docente informaba en sus formatos que los alumnos habían desarrollado todas las competencias estipuladas en cada uno de los campos de conocimiento y asignaturas.

Sirva como ejemplo lo anterior para demostrar que todas las reformas solo han dado muestra de que el sistema educativo ha ido perdiendo el rumbo, casos como estos, se repiten de manera sistemática, la causa de todo ello, es la irresponsabilidad de quienes “dirigen” los destinos de la educación. El rezago educativo en México es histórico, todo ello como consecuencia del poco interés que han mostrado los gobiernos en turno, de la ingenuidad de muchos directivos y de la perversidad de otros; prueba de ello son los desalentadores informes que proporcionan organismos internacionales –ONU, UNESCO, OCDE, etc.- en torno a los diferentes sistemas educativos, el contenido de sus documentos hacen saber que el sistema educativo se encuentra carente y necesitado de muchas cosas, en contraposición con el discurso de beneplácito –demagógico- de las autoridades gubernamentales y educativas, los datos oficiales que dichas autoridades reportan sobre los resultados que se obtienen del proceso educativo, contrastan con los datos que proporcionan dichos organismos internacionales.

Entrando en materia del tema que se consigna en el título del presente artículo, considero que, de acuerdo al comportamiento que ha mostrado el sistema educativo mexicano, no se han implementado planes, programas y proyectos que realmente hayan hecho aportes significativos a la sociedad, esto lo refieren de manera contundente dichos organismos internacionales; por tal motivo, no hablaré del Programa Sectorial de Educación 2020-2024 (PSE 2020-2024), más bien, hablaré sobre él. Convencido estoy de que este programa, a la fecha, ha sido letra muerta, si bien es cierto que es un documento que constitucional e institucionalmente se encuentra establecido, no se ha podido legitimar, no se ha presentado ni siquiera la oportunidad de evaluarse puesto que no se alude en ningún discurso oficial, ni tampoco se han derivado programas ni proyectos específicos. Nos estamos rigiendo por un gran plan; el del Covid-19.

Recurro al decreto por el que se aprobó el PSE 2020-2024, de entrada, en las primeras líneas de dicho decreto, enfáticamente se establece que el Estado es el rector de la educación, argumenta que la rectoría promueve el desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca a la Soberanía de la Nación y a su régimen democrático. A la fecha, el Estado ha demostrado que su rectoría en la educación solo ha servido para convertirse en artífice de los capitalistas, legitimando su proyecto neoliberal, mismo que es el causante de los males que históricamente ha padecido la sociedad.

Este decreto, en el cual se crea el programa en cuestión, establece que se encuadra o inscribe en lo que se le llama “Proyecto de Nación”, mismo que, en su contenido convoca a una planeación democrática. ¡Cómo se puede democratizar una planeación cuando los proyectos se construyeron de manera unilateral!, creo que este planteamiento trasgrede lo que constitucionalmente se establece o mandata en el apartado educativo, no existe congruencia en sus planteamientos. Creo, además, que el PSE 2020-2024, nació muerto, esta aseveración obedece a que el programa no ha cumplido con lo que establece el mismo, ¿será por la pandemia?, sí, pero por una pandemia educativa que lleva más de cuarenta años. ■

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