Nunca como ahora está más claro el “efecto mariposa” o quizá debiéramos decir el “efecto murciélago”. Alguien al otro lado del mundo hizo una interacción gastronómica peligrosa y henos aquí, con medio millar de muertos en Zacatecas, actividades económicas deprimidas y una sensación de incertidumbre que parece no tener fin.
Esto parece darle la razón al gastado argumento de atribuir todos los males a lo externo, y todos los bienes a lo que se hace en lo interno. Algo de cierto hay en ello, pero no puede ser suficiente para exonerar de lo que se hace -o no- en términos locales.
Nuestra realidad en cada frente es mucho más compleja que el triunfo entre la responsabilidad local o la nacional (o internacional).
Ni todo es culpa de lo de afuera, ni todas las soluciones vendrán desde allá.
Basta ver qué sucede en lo sanitario. Por un lado tenemos una realidad nacional que está superando la pandemia (con sus mil asegunes) donde la capacidad hospitalaria es cada vez mayor y en donde en las mayorías de los estados ya llegaron a su pico máximo de contagios. Esto podría hacer pensar que en Zacatecas se manejan mal las cosas al ser un estado que todavía no logra contener la emergencia.
En el otro lado, las interpretaciones caprichosas hacen ver cómo responsabilidad del vocero nacional Hugo López Gatell la situación de la entidad. Como si siempre se le hubiera hecho caso, como si no se boicotearan sus recomendaciones y como si fuera su facultad vigilar el cumplimiento de cada acción hasta el infinito.
En lo nacional se advirtió que no se abrieran muchos espacios y sin embargo se hizo, probablemente por la presión y circunstancia local. El agotamiento de las medidas está a la visita y eso está produciendo contagios ahora a pesar de la ilusión de aparente calma con la que transcurrimos las primeras semanas de esto.
Pero con la ecuanimidad que han transmitido tanto los gobiernos federal como Estatal puede observarse que en realidad Zacatecas no está peor que el resto del país, pero sí está tarde. Es decir el ciclo de la epidemia está en una etapa anterior a la que atraviesan la mayoría de los estados muchos de los cuales ya pasaron lo peor.
No significa que cada estado no haya hecho su parte tanto para frenar como para acelerar la emergencia; es ahí donde no vale excusarse, porque el manejo de la situación requiere la participación de cada autoridad posible.
Algunos lugares optaron por apoyos casa por casa, o por hacer pruebas en kioscos y parques populares, por modificar los pagos para evitar tumultos en los bancos, o por actividades de apoyo a la economía que alivien la presión de salir a la calle. Sea cual sea la estrategia, queda claro que debe haberla y que ésta tiene que estar sustentada en lo local.
Ciertamente los tiempos son difíciles y exigen creatividad; exigen encontrar soluciones particulares a algo que parece una problemática general, pero no lo es, porque en el fondo no son los mismos efectos de parar algún sector en Zacatecas que en otro lugar.
En Zacatecas capital el sector comercial requiere con urgencia apoyo gubernamental, desde los guías turísticos hasta los comerciantes establecidos, pero aunque se podría acercarlos a los apoyos ya existentes, o bien pensar en algunos nuevos, la respuesta es mirar a la federación y esperar que ella sea quien lo resuelva o bien, quien cargue la responsabilidad de no poder hacerlo.
Si bien el panorama no es favorecedor, cuesta creer que la cancelación de múltiples eventos no significaran un ahorro que pudiera ser reorientado a hacer más probable que la gente permanezca en casa. ¿Qué fue del recurso del Festival Cultural, el festival del Folclor, y hasta de la Feria Nacional de Zacatecas?
Son tiempos extraordinarios sí, por eso resulta inexplicable que los diputados locales puedan seguir gastando 800 mil pesos entre gastos de representación y viáticos en uno de los semestres de más baja actividad de todo tipo.
Mientras permanezcan erogaciones así, ¿Cómo podría llamarse a reclamar a la federación?
