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viernes, 29 marzo, 2024
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¡Ay, Zacatequitas…!

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Esta columna debiera comenzar el escrito de hoy deseando feliz inicio de vacaciones a la ciudadanía que habita los rumbos de la capital del estado. Aunque todavía faltan unos días para que salgan los chicos de las escuelas primarias y secundarias, la mayoría de los estudiantes preparatorianos y universitarios, expertos en períodos de vacaciones anticipados y largos, sin contar los paros tan inesperados como indefinidos, que hacen de la instrucción universitaria local una de las más precarias del país. Y conste que no se entra al asunto de la educación que prácticamente es letra muerta en estos terrenos olvidados de las musas de la educación.

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Pero no, no, no, no y definitivamente no. No sé a quién se le ocurrió la osadía de llamar a este enclave “ciudad educadora”, así, con minúsculas, cuando dicho sea de paso este fin de semana se rompieron todos los records de falta de comunicación, intolerancia, irritación colectiva y violación a todas las leyes de civilidad que las buenas conciencias sempiternas de la muy poco noble y absolutamente desleal ciudad trataron de establecer en diferentes épocas para que este lugar pareciera ligeramente civilizado.

Por principio, ¿a quién en su sano juicio se le ocurre autorizar un desfile de marras dizque “navideño” que no fue sino un evento de divulgación comercial de cierto producto sin dar un “aguas” preventivo, nada más para que la ciudadanía se entere que algo va a pasar en el centro de la ciudad y no arriesgarse a pasar un mal rato tratando de circular ya sea en vehículos rodantes o con el gerundio (andando, trotando o corriendo) por el centro de la malhadada ciudad patrimonio? Como resultado tenemos varios fenómenos de corte emocional imprevistos: agorafobia colectiva, engentamiento, irritación generalizada, colapso empresarial, intolerancia ciudadana y molestia de las criaturas que fungen como mascotas.

Y a propósito, va un consejo desde esta columna que nadie lee, ¿por qué no ser la primera ciudad en el mundo dónde se prohíban los fuegos pirotécnicos y los cohetes? Más que nada porque este es el pasatiempo más efímero y más estúpido que existe en la faz de la tierra. Y contra todo lo que pueda presuponerse, no a todos los ciudadanos complace ver esas lucecitas babosas y oír esos ruidos irracionales que solo satisfacen a ciertos mochos que desfilan en adoraciones a deidades importadas desde el eurocentrismo. Es tiempo de rescatar la mexicanidad a través de costumbres más sanas. A los coheteros y polvoreros se les puede enseñar a interpretar cantos sacros para que tengan una forma de vivir y no pasen el resto de sus vidas arriesgándose a catástrofes explosivas, atormentando a niños, enfermos, ancianos, gente educada y criaturas de la naturaleza con su contaminación auditiva, visual, etérea y olfativa.

Cuando Genaro Borrego Estrada se encumbró en la política nacional comenzando por la gubernatura de Zacatecas, se acuñó la frase de “Zacatecas es puro corazón” la que apantallaba con su demagogia emocional y pseudo cultural (esto, sin quitarle el mérito al susodicho por haberse preocupado por hacer llegar la cultura a un estado que aún padecía las opacidades del oscurantismo medieval); no faltaron algunos que reclamaron que además de corazón había que ponerle algo de cerebro al asunto. Entonces, se adoptó una fórmula engañosa, traer a los cultos de otras tierras para hacer campañas que afirmaran que cuánta cultura había en Zacatecas y no, no, no, no. no. Mientras no se fomente a gran escala la cultura local, se seguirán dando los eternos palos de ciego y se seguirá creyendo que aquí es el universo de la neta. Sobran ejemplos que pueden sustentar esta tesis.

Ahí va, ¿Por qué no desahogar la concentración de vehículos y personas fuera de los límites del centro histérico? Para no llegar a Guadalupe, ahí está Bracho, la Encantada, los museos importantes, el área que comprende el parque ecológico, los terrenos que aparentemente estaban destinados a una universidad ecológica y el inefable Elefante Rosa.

Zacatecas Capital, Patrimonio Mundial, Noble y muy Leal Ciudad o como quiera que se le llame debe ser cuidada como un bebé lactante. Es un crimen seguir con las malas costumbres de invadirla con turismo inconsciente, que sea destinada a los negocios de los que se han apropiado del Centro y sobre todo de las operadoras turísticas y sus camioncitos flatulentos que desquician el tráfico citadino con su andar paquidérmico y ofensivo, la invasión de camionsotes de alto tonelaje al centro de la ciudad, los ruidos ilegales de los antros y la peor de las costumbres, las guarrejoneadas o comoquiera que se llame a esa aberrante e insana costumbre de promoción del alcoholismo colectivo.

Para terminar, hace algunas semanas se escribió en esta columna una reflexión sobre lo legal en el uso de las motocicletas, sin ánimo de ofender, pues, no se ha visto nada positivo, salvo que quizá las finanzas del estado vieron incrementados sus ingresos a partir de la regularización de motocicletas y las multas a los motociclistas, pero…, perdón por el anglicismo, pero so far, so bad, los conductores de motos siguen haciendo de las suyas y parece que empeoran en un afán de rebeldía y contraste conductual, y en los municipios nada ha cambiado.

Así que, para los que lean esto, como diría el bueno de Kalimán, serenidad y paciencia. Si no se ha mejorado en casi quinientos años, no se va a cambiar en los próximos diecinueve días y quinientas noches. Ahí disculpas, Joaquín.

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