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jueves, 18 abril, 2024
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El campo de batalla de la historia (III)

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Comenzamos con una cita: “Hablar de justicia social o de justa e injusta distribución de los recursos es como hablar de astronomía surrealista o de química filosófica, porque economía y justicia son dos elementos que ni son afines ni opuestos, sino neutrales entre sí.” Proviene del famoso libro: “Diez lecciones de economía” (Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas (1956) México) por Faustino Ballvé. Es un hito en la historia, e historiografía, del neoliberalismo mexicano porque en apretadas 112 páginas introduce los rudimentos de la economía austríaca en un ambiente donde las principales tesis para llevar adelante la economía nacional estaban impregnadas de keynesianismo. Era un libro de lucha, como lo es el reciente libro de Andrés Manuel López Obrador “Hacia una economía moral” (Planeta (2019) México) en el que se afirma con aplomo, en la página 43: “desde los años 30 hasta los 70 del siglo pasado, es decir, durante 40 años, la economía de México creció a una tasa promedio anual de 5 % , y durante ese mismo período, en dos sexenios consecutivos, de 1958 a 1970, cuando Antonio Ortiz Mena fue ministro de Hacienda, la economía del país no solo creció a 6 %, sino que este avance se hizo sin inflación y sin incremento de la deuda pública”. Este punto de vista no es desinteresado, obvia una fuerte discusión que se tuvo en México en los 1950 respecto al problema de la inflación y el endeudamiento público porque, entre otras cosas, en esa década se imprimió más dinero fiduciario que el total de la producción nacional, así que desde el punto de vista de los adeptos a la teoría económica austríaca se vivía en medio de una creciente inflación y un endeudamiento escandaloso. Incluso al comienzo del capítulo VIII del libro “Los orígenes del neoliberalismo en México” por María Eugenia Romero Sotelo (FCE (2016) México) se dice lo siguiente: “Adolfo López Mateos, a finales de 1958, encontró la economía mexicana en una situación difícil debido a la disminución de las cosechas por falta de lluvias y a las repercusiones de la recesión estadounidense y mundial”, por supuesto, el plan presentado por López Mateos, a la sazón redactado por un equipo dirigido por Antonio Ortiz Mena era visto con muy malos ojos por quienes se agrupaban alrededor del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas A. C. por consistir, según ellos, en devaluaciones de la moneda para incrementar los ingresos del gobierno. No eran los primeros en criticar la política económica del gobierno desde posiciones austríacas, por lo que resulta falso datar el origen del neoliberalismo mexicano, si por tal cosa se entiende la adopción de los puntos de vista teóricos de Ludwig Von Mises, en 1982 porque desde el sexenio cardenista existía una oposición a los planes propuestos por Lázaro Cárdenas para desarrollar el país. En específico su secretario de Hacienda, Luis Montes de Oca, era un convencido de que el papel del Estado en la economía no debía ser el de fijar precios, imponer aranceles, limitar los monopolios o subir salarios por decreto, sino el de garante del desenvolvimiento del mercado. Las ideas de Montes de Oca mostraron una persistente continuidad debido a la capacidad que él y su círculo de allegados tuvieron de construir sucesores ideológicos. Quienes a su vez mantuvieron estrechas relaciones con la sociedad Mont Pélerin, a los que invitaron en 1958 a impartir conferencias en la Ciudad de México en contra de los planes económicos del gobierno de López Mateos, en particular de la “mexicanización” de la economía. Una cita reveladora de las ironías de la historia es la siguiente: “Esta política nacionalista se impulsó a través de la llamada mexicanización de la economía, en la cual muchos de los empresarios críticos de esta política económica participaron y se fortalecieron económica y políticamente, como fue el caso, entre otros, de Raúl Bailleres, Jorge Enríquez Guzmán, Bernardo Quintana, Carlos Aberdrop, Carlos Truyet y Gastón Azcarraga” (María Eugenia Romero Sotelo, op. cit. p. 217). Es decir, fue durante el sexenio de López Mateos que se consolido el poder y la influencia del grupo neoliberal. ¿Fue una política de saqueo? Lo que sí logró, sin duda, fue concentrar la riqueza a pesar del énfasis puesto en los programas de asistencia social. Por tanto, para emitir uno de los simplificadores juicios tan en boga, durante el sexenio de López Mateos se concentró la riqueza, se incrementó la desigualdad y se crearon los medios materiales para el ascenso del grupo neoliberal. ¿Por qué? Porque se enriqueció a los empresarios, de suyo críticos de las políticas gubernamentales, se hizo crecer al Estado, se financió la sustitución de importaciones con deuda, lo que ceo un equilibrio inestable de las finanzas públicas que se agravó durante los 1970. La situación tronó en 1982 con la crisis del petróleo y abrió paso, ahora sí desde la esfera del gobierno, a las políticas neoliberales, cuyo primer enemigo era la inflación descontrolada. Visto así, el neoliberalismo entró en el escenario histórico cuando las viejas triquiñuelas de política económica perdieron operatividad y se necesitaban recetas nuevas. Quizá tuvo lugar una revolución en 1982, una que hoy se cubre de oprobio. ■

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