Escribo porque es lo único que puedo hacer. Ante el coraje, la impotencia, el dolor y la tristeza de lo que veo en pantallas, es lo poco que puedo hacer. El humo nubla el paisaje y el ruido itinerante son las balas. Lo que pasó hoy en Culiacán, lo que sigue pasando porque no sabemos que haya terminado, es desgarrador. De ver, de escuchar, de leer. Hace recordar a lo que se vivió aquellos 19 de septiembre, excepto que ahora somos nosotros matandonos y aterrándonos a nosotros mismos. Nos hace enfrentarnos a la realidad del México en el que vivimos todos.
Un México roto desde hace mucho, pero que muchos no se atreven a llamarlo, ni siquiera a verlo así. Un México con instituciones que se fueron al diablo desde hace mucho, porque la clase política gubernamental no se dedicó a fortalecerlas y en vez vieron por sus propios intereses, y un sector delincuencial que utilizó todo a su alcance para minarlas, detonarlas, desprestigiarlas y doblarlas.
Ese es el México que nos heredaron, no al nuevo gobierno, sino a la nueva generación que es lo que importa. Y si no hacemos nada le heredaremos un México mucho peor a los que vienen atrás de nosotros.
Este gobierno, y por supuesto que los anteriores, son culpables de mucho. Los anteriores ya lograron lavarse las manos, pero no la consciencia. El actual tiene mucho por hacer, tiene que quitarse la venda de los ojos y entender que esto no se va a resolver con buenos deseos, ni con becas o política social, cuando menos no en el corto plazo, y mucho menos si esa política social está basada en instintos y no evidencia. Este gobierno tendrá que entender que la respuesta es compleja y requiere de todo y de todos, así como los gobiernos anteriores nunca lograron entender que esto no se iba a resolver solamente a balazos.
Pero los mexicanos tenemos que entender que lo que pasó en Michoacán, en Guerrero y ahora en Sinaloa no es nada más un ataque contra el estado mexicano. Es un ataque contra México y todo lo que es y representa, es un ataque contra todos nosotros. Y todos nosotros tendremos que respaldar al gobierno en turno y también exigirle respuestas y resultados.
No soy ingenuo ni inocente. Yo competí en el pasado proceso electoral en contra del partido que hoy está en el poder. Lo hice porque no creo enteramente en sus principios e ideales y mucho menos en muchos de los personajes arribistas y oportunistas que se encuentran encabezándolo. Hoy en día, crítico mucho, pero también reconozco cuando es necesario hacerlo. Y ahora es momento de respaldar a México, con todo lo que eso representa.
Es momento de que los ciudadanos digamos ya basta, y respaldando al gobierno exijamos de una vez y por todas un fin a la violencia, porque si somos más y nuestra voz, sobre todo en las calles claro que importa. Tenemos que dejar de retraernos hacia la privacidad y seguridad de nuestras cuatro paredes esperando a que las granadas exploten y la balacera llegue a nuestra esquina de la República.
Tenemos que dejar de pensar que muros más altos van a resolver el problema y salir a hacer vida en comunidad, en sociedad, porque sólo así se va a solucionar esto. Tenemos que conocer y convivir con nuestros vecinos y proponer medidas de seguridad que nos cuiden a todos y no sólo a unos cuantos. Tenemos que ser más empáticos con el de enfrente y sacudir este pinche miedo que parece una capa pesada e inamovible sobre nuestros hombros que nos cubre desde el 2006 cuando todo esto empezó en la gran mayoría del país.
Tenemos que ayudar con las soluciones y si estamos en posición de hacerlo llevar arte, cultura, desarrollo, oportunidades a los lugares de este país que más lo necesitan. Todos conocemos nuestras ciudades y sabemos cuáles son esas colonias. Hoy nos toca estar juntos, como lo hemos estado siempre en tiempos difíciles, pero también nos toca gritar, alzar la mano y sacudir el puño, porque todos tenemos que ser parte de la respuesta. El país no va a sobrevivir sólo. ■
