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sábado, 20 abril, 2024
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Notas sobre La idea liberal

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Pánfilo Gentile, pensador italiano (llamado alguna vez “polemista lívido”), escribió, frente a la resaca de los excesos populistas del período post-guerra y los fascismos (acaso lo mismo), el ensayo “La idea liberal”, un sencillo pero inspirador texto, que reúne una serie de advertencias, que en no pocos casos podrían ser controversiales, pero que son inherentes del análisis sobre el momento que vivimos. He decidido compartir con usted, amable lector, algunos extractos de dicha obra, para partir hacia la deliberación de éstas y otras ideas, que en estos tiempos, de la crisis de las ideologías, podamos usarlas, cuando menos como coordenadas de lo que acontece en nuestros días, para el análisis.

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Sobre una definición sustancial del liberalismo, útil en estos días además, escribe: “Un ordenamiento liberal es ante todo un ordenamiento en el cual el Poder recibe reglas y límites, porque para el liberalismo es el Estado quien existe para el individuo y no son los individuos los que existen para el Estado”. Escribe más delante: “Permanezcamos fieles al Estado de Derecho, al Estado que se auto limita, que dicta él mismo las normas de su actividad para tutelar los derechos de los individuos. En este sentido el liberalismo quiere, como es bien sabido, un sistema de garantías acordado por el Estado contra el Estado; un sistema de derechos públicos subjetivos que van desde el habeas corpus a la libertad de conciencia, de pensamiento de culto, de prensa, de asociación, de reunión; a la igualdad de todos ante la ley; a la garantía jurisdiccional; a la independencia del orden judicial; a la justicia en la administración (…) sobre este punto de las prerrogativas individuales no hay discusiones. Un régimen es liberal si las sanciona. No lo es más si las niega. Y los liberales deben estar y están empeñados incondicionalmente en la batalla contra los totalitarismos de todo color”.

Regresa, Gentile, sobre la cuestión liberalismo versus democracia ¿hay forma de hacerlas compatibles? El político italiano escribe sus dudas sobre el radicalismo democrático, pro-mayoritario: “Sobre el plan histórico no ha existido nunca, ni puede existir, un gobierno popular en el sentido preconizado por la doctrina democrática: un auto-gobierno fundado sobre la voluntad directa o indirecta de todos los ciudadanos. En realidad no existen ni pueden existir más que oligarquías”. Fija sus posiciones frente al poder absoluto del demos: “Decir que la mayoría tiene el derecho a mandar equivale a decir que el número hace ley, lo que podría admitirse solo si el número pudiese ser índice válido de intrínseca verdad y justicia. Es claro que una opinión equivocada no se toma por justa por ser compartida por cierto número de personas”. Pero no deja dudas respecto a la vocación democrática del liberalismo, ataja: “quizá el liberalismo es el mejor modo de ser demócrata, porque así se contribuye a salvar y conservar las democracias donde el demócrata metafísico, deseando aplicar denodadamente los principios, hace las democracias intolerables y las lleva al descrédito, haciendo desear el retorno de su contrario; es decir: tiranías. En una palabra: el liberalismo es la antítesis del jacobinismo y del radicalismo. El liberal piensa que todas las ideas pueden ser buenas a condición de no ser exclusivas y por lo tanto, radicales, porque toda verdad es una verdad parcial y debe convivir con ideas diversas y acaso opuestas”.

En el último capítulo de su obra citada, titulado El liberalismo y la cuestión social, Gentile, inicia por citar a Lippman, en una crítica que bien podría compartirse sin contextualizar: el liberalismo había acabado siendo un centro de atracción para los aprovechados y los aduladores del orden existente (…) pero, aclara con mucha consistencia: “La doctrina liberal quiere el libre desarrollo de la personalidad humana, y he aquí que no discrepa nunca de Engels cuando éste declara querer “un sistema que asegure la posibilidad de desarrollo de cada hombre y de todas sus disposicioes físicas y morales”; y no discrepa tampoco de Marx cuando éste asigna al desarrollo de las sociedades de la meta de encaminarse a “pasar del reino de la necesidad al de la liberta”. (…) la doctrina liberal, escribe Gentil, es también igualitaria: no reputa indiferente al desarrollo de la personalidad la condición económica y social del individuo. No se precisa ser socialista para comprender que un rico tiene mayores posibilidades de desarrollo que un pobre, y tampoco es necesario ser socialista para conceder que no basta decir a los pobres que el código civil garantiza igualmente a todos los ciudadanos el poder ser propietarios, si luego la sociedad esta ordenada prácticamente de un modo tal que hace ese derecho inerte e inoperante”.

La lectura de Gentile, nos puede aproximar a ideas, que por más lejanas que parezcan, son hoy interesantes al calor del retorno de los populismos recargados.

@CarlosETorres_

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