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viernes, 19 abril, 2024
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Aferrados a irse por la libre

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Por: Jorge Adán Hernández •

Como bien sabemos, nuestro país estuvo por más de 30 años bajo un régimen político y de gobierno que se ocupaba más de la clase empresarial y política que del pueblo. Fue un largo padecer de las mexicanas y los mexicanos, a tal grado que fueron esas políticas las que desgastaron el tejido social; crearon abismales diferencias entre las personas; fueron políticas causantes de grandes males que actualmente conocemos y aun padecemos como la corrupción, la impunidad, el desempleo, la violencia, entre otros. Estamos hablando de un periodo donde el Gobierno era controlado por intereses de unos cuantos, lo que provocaba que todo el aparato del Estado, las instituciones, los programas e incluso los tres poderes de la unión se encontraban al servicio de una camarilla de “poderosos”. En éste periodo de mal gobierno, las prácticas que realizaban los políticos eran vergonzosas; por ejemplo, se utilizaban los padrones de los programas sociales, como listas de nombres de personas a las cuales había que condicionar el voto; se elevaban por mucho los gastos del gobierno; prácticamente se permitía la corrupción, el nepotismo y el influyentísimo; se derrochaban inmensas cantidades de dinero del pueblo en lujos para para los funcionarios públicos; se hacían negocios al amparo del poder; en fin era la época en que entrar a la política era sinónimo de enriquecimiento de la noche a la mañana.

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Las malas prácticas del mal gobierno se normalizaron tanto hasta el punto que muchos, por no decir que todos, quienes participaban en el gobierno, aprendieron a hacerse de la vista gorda ante la inminente corrupción. A pesar de que existían funcionarios muy bien preparados académicamente, cualquiera podía desviar recursos de las dependencias, cualquiera podía sacar tajada del cargo que ocupara. Fue un periodo donde la principal motivación de participar en la política era el poder y el dinero.

Al triunfo de AMLO y La Cuarta transformación, ese viejo régimen se terminó, o al menos, es en lo que millones de mexicanos confiamos. Se inicia una nueva etapa en la vida política de México en donde la honestidad y la austeridad son clave para la regeneración del país. En esta nueva etapa, una de las cosas más importantes, que se deben de hacer en lo inmediato, es terminar con tantos lujos en el gobierno y optimizar al máximo el gasto público, es decir que se haga más con menos. Estamos atravesando por una etapa que podríamos decir que es difícil pero no imposible, donde cada dependencia debe actuar de la manera más honesta, debe dejar de lado los gastos innecesarios y excesivos. Se debe de entender que en este nuevo periodo de La Cuarta Transformación, quienes participen en alguna responsabilidad de Gobierno, deben entregar, cuerpo y alma a su encargo, lo deben de realizar con pasión, patriotismo y mucho amor al pueblo; se debe de demostrar que realmente pasamos del viejo régimen a la 4T.

A pesar de que la 4T y el gobierno de AMLO, tienen la firme decisión de impulsar un cambio verdadero, aún hay políticos dentro del mismo movimiento, que se niegan a dejar la práctica de la vieja política. Algunos creyeron que la promesa de cambio era solo discurso; algunos simplemente no conocen otra forma de hacer gobierno que la de hace algunos años. A estos funcionarios prácticamente se les hace bolas el engrudo, chocan sus ideas y sus prácticas con las del Presidente. Mientras la consigna es impulsar una política de austeridad y honestidad, quienes aún se niegan a actuar de manera distinta, hacen hasta lo imposible por hacer desvíos de recursos, por ser nepotistas, por beneficiarse con contratos; por utilizar los programas sociales para beneficio personal etc; estos funcionarios de los que hablamos, se sienten con las manos atadas ante la determinación del gobierno federal de hacer las cosas distintas a como se hacía en el pasado; aún así se aferran a irse por “la libre” y en desacato al Presidente, ellos hacer su voluntad.

Es necesario mencionar la renuncia de Germán Martínez de la Dirección del IMSS; quien para mí, no pudo con el paquete; no encontró forma de amoldar su formación política con la consigna de austeridad de AMLO; no tuvo la capacidad de hacer más, con menos; no pudo decirle “no”, a los gastos absurdos; no pudo hacer que las delegaciones estatales renunciaran a los lujos; no pudo pararse con firmeza ante las farmacéuticas. German Martínez, en su carta de renuncia, se queja principalmente de la falta de recursos; menciona que eso ha provocado falta de atención en los hospitales y desabasto de medicamentos. No sé dónde estaba Germán Martínez en los sexenios pasados, cuando el IMSS no tenía un control del recurso que gastaban y aun así los pasillos de los hospitales estaban llenos de enfermos y había desabasto de medicamentos. Lo del ex director del IMSS, es solo un ejemplo de cómo algunos políticos y funcionarios no alcanzan a entender la magnitud del cambio que está impulsando la 4T y se aferran a irse por “la libre”. ■

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