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jueves, 18 abril, 2024
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A los partidos de la próxima contienda: el campo es la plataforma

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

La polarización creciente que se observa en los comicios en curso puede estimular la exhibición de un debate de propuestas sobre algunos problemas centrales para el desarrollo del país. Es sintomático que militantes provenientes del panismo se atrevieran a asumir como propuesta distintiva la Renta Básica Universal, con todos los riesgos electorales que esto lleva. Es una propuesta excelente que viene de las expresiones más radicales de la izquierda, pero si es mal comunicada puede servir para atacar al proponente. Como ahora mismo ocurre. Sin embargo, el hecho de que se hayan atrevido a hacerlo despierta la esperanza de que, en medio de la basura propagandística de las campañas negras que ya inició, tengamos algunos debates serios sobre los grandes problemas nacionales. En este momento me preocupa que no haya salido con fuerza el tema del campo y la seguridad alimentaria. Apenas se han dejado escuchar consignas sobre “el abandono del campo” y otros lugares comunes, pero no se han dejado ver estrategias para este sector sustancial del desarrollo nacional.
Todo proyecto económico debe partir de una adecuada visión en la producción de alimentos. Sin temor a exagerar, puedo afirmar que la plataforma misma de la economía nacional es la economía agrícola y pecuaria. El propio Banco Mundial reconoce que un 1% de PIB originado en el campo, impacta favorablemente 2.5 veces en los ingresos de los deciles más bajos de la población en general; en contraste con los puntos de crecimiento de las otras áreas de la economía, que no tienen ese factor reproductivo y detonante. El impacto de la política agropecuaria en la desigualdad es enorme, recordemos que tenemos a un 24% de la población en pobreza alimentaria, lo cual significa que sus ingresos no alcanzan a cubrir el costo de la canasta alimentaria. Y los pronósticos que tenemos es que los precios de los alimentos seguirán subiendo (que lo hacen desde 2008). Todo indica que así será, porque los fertilizantes químicos seguirán altos por el precio del petróleo, los productos agrícolas (como el maíz) que se destinan como biocombustibles desplazan a los productos alimentarios, y la oferta mundial de granos ha disminuido mucho. Esto último es una señal para pensar la clave de cómo orientar una política agrícola: desde el sexenio de Salinas de Gortari, en atención a sus dogmas neoliberales, hicieron uso de las ventajas comparativas, y por ello, optaron por no producir aquello que (en ese momento) salía mas barato comprar al mercado mundial; y concentrar las baterías en producir aquello que era factible de exportar. Brutal error aplicar ese dogma en la producción de alimentos. Ahora vemos a Rusia conteniendo sus exportaciones de trigo para conservar sus reservas dada la incertidumbre que generan las próximas cosechas por los eventos extremos, efecto del cambio climático. Así, el retiro del 10 % de los granos del mercado internacional aumentaron el 50% del precio en los mismos. Con ello, el dogma neoliberal se hizo polvo: es basura. El cambio climático disminuye la productividad agrícola hasta en un 25%, y en contraste, la producción de alimentos debe aumentar en 40% en 2030 y en 70% al 2050. En suma, este escenario otorga una clave (que ya la expresó la FAO, y los neoliberales no atienden): los países deben producir, por lo menos, el 75 % de su demanda de alimentos, y México está por debajo ahora mismo del 60%. La brecha es enorme. Atrapados en los dogmas neoliberales estamos en mayor riesgo que con el calentamiento global.
En México tuvimos una experiencia positiva en el ámbito agropecuario. No todo fue bueno, pero hubo algunas experiencias que ofrecen lecciones rescatables. Me refiero al Sistema Alimentario Mexicano (SAM). En ese entonces, principios de los 80’s, no se hablaba de seguridad alimentaria, que es un concepto ahora muy elaborado, sino de “autosuficiencia” alimentaria. Tenía cinco componentes que debemos tomar de lección para pensar en una propuesta para el campo actual: (1) producción nacional de semilla (¿recuerdan el Pronase?), (2) el fertilizante, (3) los precios de garantía, (4) el crédito y el riesgo compartido, y (5) los procesos de comercialización en mercado interno e interior. En todos el Estado tuvo el papel de conducción. Así como dejamos de producir gasolinas, también lo hicimos con las semillas y los fertilizantes. Fue un crimen bastardo lo que los juniors neoliberales le hicieron al país. Desmontar la estructura de producción alimentaria con ‘razones’ que aprendieron de sus escuelitas extranjeras, es una barbarie con discurso ‘modernizador’ que debe llegar a la conciencia de los mexicanos en este proceso electoral. La idea de retirar los subsidios al campo en general y concentrarlos en el 18% de los productores con capacidades exportadoras vía Procampo, cae por tierra cuando vemos que los países miembros de la OCDE hacen transferencias a su campo por el doble del porcentaje que lo hace México, y EEUU lo hace por más del doble. Espero que aparezcan propuestas en el camino que atiendan con seriedad el tema del campo, ahora mismo es absolutamente esencial que se aborde. Sin una estrategia basada en la seguridad alimentaria y el apoyo financiero a los medianos y pequeños productores orientados al mercado interior, seguiremos sin plataforma para el resto del desarrollo nacional. El-campo-es-la-plataforma.

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