Es la tercera vez. Igual se protestó por la intervención en la Alameda y en la Plaza de Armas. Los comerciantes del centro ya impidieron en el pasado la apropiación del mercado González Ortega por una transnacional. La ciudadanía se impuso. El motivo es el mismo: no se presentó por parte de las autoridades un proyecto de obra de manera pública. El Centro Histórico es de la gente y la gente tiene derecho a opinar sobre lo que se quiera hacer en este espacio público.
En este inicio de año la movilización de los vecinos y comerciantes del Centro Histórico de la ciudad para evitar el rompimiento de la losa no se hizo esperar. En los últimos años estas personas han aprendido a hacer política porque las autoridades del municipio y del estado no saben hacerla. Los que se encuentran en el gobierno suponen que la política es superar las intrigas y pleitos al interior del partido, del grupo al que pertenecen o del aparato gubernamental, alimentar clientelas, o bien, ser beneficiados con un espacio en el presupuesto público para simular que se trabaja para la gente. Están en un error. Por supuesto que la política es la disputa por el poder y por organizar a éste pero también es un instrumento que nos permite evitar o resolver conflictos en una comunidad. Es la tercera vez que estas personas salen a la calle y le hacen saber su inconformidad a los que están en el gobierno, porque éste no entiende que la ciudad no es de ellos, que los espacios públicos son de la gente que vive y que trabaja ahí. Sea por interés comercial, por la protección a la imagen urbana del Centro Histórico o por motivos antagónicos de ciertos actores con el gobierno, los comerciantes y vecinos hacen bien en pedir que se les presente el proyecto de rehabilitación con plazos, ejecutores, presupuesto y que se involucre a la ciudadanía en la supervisión de la obra. En un régimen democrático eso es una rutina. El presupuesto que se destina a obra pública tiene que ser destinado a mejorar la infraestructura en temas prioritarios con el objetivo de generar soluciones que mejoren la calidad de vida de los habitantes.
Cabe decir que la obra es necesaria, debido a la falta de una red tanto de agua potable como de drenaje sanitario en varias partes del Centro Histórico pero también es necesaria en muchas colonias del municipio de Zacatecas en las cuales las redes de estos servicios son obsoletas. De igual forma, es urgente dar mantenimiento a la bóveda. El propósito es mejorar los servicios y conservar los inmuebles. Este tipo de intervenciones causan muchas molestias pero con un proyecto bien establecido que despeje dudas y que involucre a los ciudadanos es posible llevarlo a cabo con éxito, es decir, que no se gaste más de lo presupuestado, que le sirva a la gente y que sea sustentable. Que no sea un negocio de cuates que podría poner en riesgo este patrimonio arquitectónico.
Debido a la carencia de pedagogía política y de comunicación efectiva del gobierno hacia la ciudadanía, o quizás por corrupción, la obra ha quedado bajo un océano de sospechas. ¿Por qué no presentar el proyecto de manera pública? ¿Por qué no decir quiénes serán los responsables de la obra? ¿Por qué no explicarle a la gente el beneficio que acarrea a los inmuebles del centro histórico esta intervención? Las suspicacias saltan en la opinión pública ¿esconderán algo?
El gobierno no explica, no justifica sobre las decisiones de intervención en un espacio público tan importante como el centro histórico de esta ciudad. Les cuesta mucho trabajo presentar información y argumentos que permitan a la ciudadanía conocer la situación y reflexionar acerca de que es una obra de beneficio colectivo. La señales que envían son que en el gobierno no hay gestión pública, no hay quien haga política y no hay interés por combatir a la corrupción.
