En un régimen presidencialista, por obvias razones, se dimensiona de manera especial a la persona del presidente. Si tuviéramos un régimen semi-presidencial o parlamentario, eso no sería así. ¿Todo lo que ocurre en un gobierno es decisión de ese hombre? ¿Qué tanto de lo que se decide lo hace el presidente? La idea del decisor unipersonal es una quimera. Hay resoluciones que son producto de actos racionales, de cálculos de una mente planeadora; pero la mayoría de los mismos se imponen por las circunstancias y el resultado de las fuerzas sociales y políticas que están en juego. Por ejemplo, grupos empresariales pujan por ciertas políticas hacendarias y los sindicatos por ciertas formas del gasto. Sin embargo, las decisiones del titular del Poder Ejecutivo no son de una persona, se comparten las responsabilidades con quien se supone es experto en el sector en cuestión. La administración pública está dividida en sectores, como los saberes en disciplinas. Y se parte del supuesto que un sector (como una disciplina) requiere personal especializado en el mismo. La capacidad directiva requiere expertiz técnica en el área. La persona que encabeza una administración no es experto en todo, por ello es una quimera la idea del gran decisor único.
La función del presidente es garantizar que los cientos de decisiones técnicas que toman los responsables de las secretarias vayan orientados en el mismo sentido. No más. Así las cosas, toma relevancia el perfil de los miembros del gabinete. La sugerencia y el procesamiento de las resoluciones corre a cargo de ellos. Vean el caso del secretario de Educación Pública (Nuño): el manejo de la crisis con los maestros y la incapacidad de encontrar nuevos caminos para hacer una reforma educativa que no chocara con los profesores desgastó al sector y mantiene a la educación en la lona. Por ello es responsabilidad de la cabeza del Poder Ejecutivo proponer personas con capacidades directivas en el sector en cuestión.
Ayer AMLO presentó a quienes serían parte de su gabinete. Eso muestra el equipo que gobernaría: porque gobernar se hace en equipo. Así deberían hacer todos los aspirantes a la Presidencia, mostrar al equipo con el cual van a gobernar. Podemos estar de acuerdo con las personas que proponga o no, pero debe ser consenso que todos los candidatos pongan en la mesa los nombres de sus colaboradores. Es un criterio de voto: la capacidad y solvencia moral en esos equipos puede ayudar a definir a los ciudadanos en la inclinación de su preferencia. Así, los ciudadanos podemos comparar no sólo tres personas, sino tres equipos. Y en esos equipos valorar su capacidad directiva, la cual no sólo son virtudes académicas y conocimientos teóricos sobre los temas de los que deciden, sino la habilidad política para construir consensos con los actores sociales de ese sector, experiencia en la madeja administrativa de los problemas que se tratan y posiciones en la definición de dichos problemas. Durante la campaña se pueden valorar todos estos componentes de su capacidad directiva. En suma, si se gobierna en equipo, debemos conocer el gabinete de todos los candidatos.
