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sábado, 20 abril, 2024
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El agua, el águila, el hacha y otros sustantivos femeninos

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

La Gualdra 320 / El Picaporte / Lenguaje

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Si es singular, al sustantivo femenino “agua” se le antepone el artículo masculino “el”. Si es plural, lleva “las”. Ejemplo: El agua fresca, las aguas frescas.

Lo mismo sucede con “el águila blanca, las águilas blancas”, “el hacha filosa, las hachas filosas”, “el árnica amarilla, las árnicas amarillas”, “el ánima en pena, las ánimas en pena”, “el anca de rana, las ancas de rana”, “el ágata luminosa, las ágatas luminosas”, “el ánfora vacía, las ánforas vacías”, “el África, las Áfricas” y otros con “a” inicial acentuada.

Lo masculino se queda sólo en el artículo, no en el sustantivo ni en el adjetivo que lo acompaña. Por eso podemos intercalar aparentemente los géneros al decir o escribir “Toda el agua fría” (Femenino masculino femenino femenino), “Reparadora, helada el agua” (Femenino femenino masculino femenino) o, como se llama un renombrado grupo teatral colombiano, “El águila descalza” (Masculino femenino femenino).

¿La razón? Todos estos sustantivos femeninos comienzan con una “a” tónica o acentuada. Para que no “choquen” con la “a” del artículo femenino, éste cambia al masculino “el”. Es, entonces, un asunto prosódico o eufónico, de buen sonido.

¿Excepciones? La hache, porque originalmente se refiere a “la letra hache”, y La Haya, nombre de ciudad.

 

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