Desde los 90 el Gobierno Federal decide incidir en la trayectoria de las universidades, y cómo tiene el ‘inconveniente’ de la autonomía decide que puede lograr que estas instituciones realicen las políticas que el gobierno tiene planeadas si deja de dar recursos ordinarios, los cuales son usados con el arbitrio de las propias universidades, y les da los recursos por ‘vías extraordinarias’ que se suministran por programas específicos que son etiquetados, es decir, condicionados a ser usados como el gobierno ha decidido previamente. Es la manera que encontró de controlar la vida interna de las instituciones de educación superior y plegarlas a políticas estandarizadas. El subsidio se opera en convenios de reconocimiento de plantilla. Y esto que acabamos de afirmar se ve en los números de esos convenios: en 1995 reconocía 776 tiempos completos y 21 años después, en 2016 se tienen mil 107. En el caso de los Medios Tiempos hace 21 años se reconocían 270 plazas y en 2016 se reconocen…¡270: ni una plaza más de medio tiempo en 21 años! Y las hora-clase están en la misma circunstancia, congeladas en 14, 400 horas-semana-mes. Por el contrario, los alumnos, en esos mismos años pasaron de 14 mil a 37 mil (264 por ciento más alumnos). Y ese crecimiento de alumnos corresponde al crecimiento de programas, se pasó de 33 a 76 programas académicos, sobre todo postgrados. Mucho de ese crecimiento, sobre todo en la construcción de planta física fue posible por los recursos extraordinarios.
Lo grave es que desde el presupuesto federal del año pasado, obra y gracia del dúo Videgaray-Meade, fueron borrados, o dejados en cero, 3 de los 5 grandes programas de recursos extraordinarios para las universidades públicas estatales. Un signo inequívoco de los intereses del gobierno es la composición del presupuesto, si se deja algún rubro en cero, es que tiene ‘cero’ interés. Eso pasó con los recursos de Prevención del Delito, también se dejó vacío. Y todo este manejo fue dirigido por el grupo de Mead y por él mismo al final. Es el grupo gobernante que tiene los mismos criterios. Este grupo, comandado por Videgaray con Mead de candidato, ahora pelea por la Presidencia para continuar en el mando, y con las mismas políticas.
¿Cuál será el comportamiento político de los sujetos de las universidades abandonadas? Ahora que estamos acercándonos a un año definitivo para marcar el rumbo de la historia política reciente, será muy interesante ver la reacción electoral de los profesores, alumnos y sindicatos. Algunos dirigentes sindicales proponen llamar a no votar por el PRI porque, con Mead a la cabeza, lo ven como una amenaza a su misma sobrevivencia institucional. Veremos qué opinan los miembros del Spauaz aquí en Zacatecas, lo mismo que los sindicatos de la Nicolaíta, Morelos, Nayarit, Guerrero y otras 16. Lo que parece claro es que las prioridades del grupo gobernante no están orientadas a la educación superior pública, y mucho menos en el uso de su autonomía. Veremos qué ocurre en los próximos meses cuando estemos en el ojo del huracán electoral del 18. Los universitarios deberán tomar decisiones.
