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jueves, 28 marzo, 2024
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Desaparición de estudiantes en Ayotzinapa detonó la decepción del PRI en el gobierno

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Por: Carlos García •

  • n El hecho fue amenazador “si van a seguir con manifestaciones, a esto se están arriesgando”
  • Luego de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, ocurrida la noche del 26 de septiembre de 2014, se sumó a la decepción de la permanencia del PRI en el gobierno, la indignación. El hecho la detonó por su carácter amenazador, “a ver estudiantes, si van a seguir con sus manifestaciones, a esto se están arriesgando”, sintetizó el mensaje, Víctor Manuel González Hernández.

En la historia reciente del país ha habido varios hitos, uno de ellos el generado con el Movimiento Estudiantil de 1968, otro más e insospechado, fue la irrupción en la escena pública de los jóvenes del Yo Soy 132, que tuvieron como consigna el “Di no a Peña Nieto”.

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En Zacatecas como en otras latitudes del país, el movimiento Yo Soy 132, al que también perteneció González Hernández, alcanzó su ebullición durante el tiempo del proceso electoral de 2012 cuando se expresó como una manifestación que parecía refrescar el ambiente político en México; y aun gozaba de alguna efervescencia cuando otro acontecimiento, la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, “nos impactó a todos”.

Víctor Manuel González Hernández, egresado de la maestría en Ciencias Sociales de la UAZ, abordó el tema proponiéndolo en la tesis para obtener su grado, como Desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y su efecto en estudiantes de Zacatecas y Tijuana, que tiene seguimiento hasta 2017, “para saber qué podemos esperar en 2018 que se aproxima”, dijo.

La indignación en reclamo de verdad y justicia se manifestó en un primer momento con lágrimas y “principalmente mucho coraje de jóvenes estudiantes”; recuerda la visita a Zacatecas de los padres de los normalistas y sus condiscípulos, en una primera caravana.

Vienen a su memoria imágenes de la que considera una coyuntura especial, pues constituyó no sólo un movimiento estudiantil, sino magisterial, que sumó a otros componentes sociales y políticos, entre ellos, a la sociedad en general, al reclamo de la aparición con vida de los jóvenes.

“Me tocó ver niños de las primarias protestando afuera de su escuela, me tocó ver a unas chicas del Cobaez, nunca lo voy a olvidar en la primera marcha, afuera de la Plaza Bicentenario bailando alrededor de un policía de tránsito, le cantaban recuerdo, ¡únete pueblo, únete, también podría ser tu hijo el desaparecido!”.

Refiere también su experiencia como participante desde muy chico en las manifestaciones por el 2 de octubre en las que jamás le tocó ver estudiantes con uniformes escolares, “como los del Cobaez o Cetis”, algo que sí sucedió a partir del 26 de septiembre del 2014, acotó.

Suma a ello el testimonio de una de sus entrevistadas, Cheryl Álvarez, actual investigadora de posgrado en el Colegio de la Frontera Norte, “no podía ser posible que ser estudiante fuera motivo de vulnerabilidad ni que se nos considerara delincuentes”.

El circuito propuesto para la investigación: Guerrero-Zacatecas-Tijuana, es una selección estratégica que tiene que ver con el tiempo disponible que hubo para hacerla, los recursos materiales, y el descubrimiento de fue el colectivo Ollin Calli de Tijuana, integrado principalmente por mujeres, quien les consiguió  a los padres de los normalistas las visas y contactos en San Diego, California para asistir a la Universidad de Berkeley. En tanto que Zacatecas “es mi entorno más cercano”.

Son puntos estratégicos también porque refieren el sur, el centro norte del país y la frontera más lejana del mismo que se encuentra en colindancia con los Estados Unidos.

Ofrecían entonces, la posibilidad de una contrastación en las respuestas de los entrevistados, alrededor 12 líderes estudiantiles y de colectivos, hombres y mujeres, la mayoría que fueron integrantes en su momento del Movimiento Yo Soy 132, ahora sumados a otros proyectos.

En Zacatecas Yersinia Muñoz, de la Maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas de la UAZ; Daniel Medina Flores, licenciado en Letras también por la máxima casa de estudios en el estado, Sahara Calderón Samaniego, maestrante Ciencias Sociales, al igual que Grecia Eugenia Rodríguez Navarro, y un normalista rural del que guarda el anonimato.

En Tijuana contribuyeron son su experiencia Margarita Ávalos, líder del colectivo Ollin Calli, Marlene Solís, docente investigadora en el Colegio de la Frontera Norte y activista social, y otra investigadora de posgrado en la misma institución, Cheryl Álvarez, así como Carlos Félix, egresado del nivel de maestría.

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