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martes, 23 abril, 2024
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Juez y parte

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 314 / Promoción de la lectura

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Una de las estrategias publicitarias en defensa del Modelo Educativo es, y lo vimos a través de múltiples promocionales, que la escuela ya no exige que los alumnos aprendan de memoria, por el contrario, apunta al desarrollo del pensamiento crítico, autónomo, reflexivo. Dicha argumentación está más cerca de un slogan de la mercadotecnia (“A que no puedes comer sólo una”, “La chispa de la vida”, etc.) que de una realidad alcanzable en el corto plazo. Las deficiencias (ignoradas, no diagnosticadas, o hechas abstracción) en la formación magisterial (desde el sistema) colocan al magisterio en la incómoda posición de juez y parte.

Es decir, convencido estoy que si la metodología de capacitación hacia el personal docente sigue siendo en cascada con la repetición de esquemas (se reparte el material, se arman equipos, al interior de cada equipo discuten el contenido y la consigna, finalmente se expone en plenaria), al menos en lo concerniente a la lectura, seguirán los problemas In saecula saeculorum. Simple y sencillamente porque el precepto de pensar (así como lo enarbolan las autoridades educativas) sigue sin aparecer en la lectura. La inercia de la enseñanza, la evaluación de la comprensión sigue imponiéndose.

Las últimas semanas he trabajado con maestros. Con un grupo les compartí el poema “No me condenes” de Ramón López Velarde, para que diseñaran unas preguntas que evaluaran la comprensión lectora del poema. Si bien es cierto que el texto no es sencillo (ahí la trampa) los profesores reflejaron mucho de las prácticas que sobreviven en las aulas: preguntas literales y preguntar sin tener claro qué buscan. Es decir, me planteo algunos escenarios primordiales: o el concepto de lectura sigue refiriéndose al mero acto de decodificación, o sus referentes culturales son muy limitados (aspecto que es muy válido y se señala aquí como el reconocimiento de una circunstancia, ajeno a juicios valorativos), o ambos.

Las preguntas que realizaron fueron algunas de las siguientes: ¿por qué no hubo sombra de disturbio?, ¿por qué acabaron de golpe?, ¿por qué era forzoso confidente? Para ser sinceros ninguna de estas preguntas tienen respuesta en el mismo texto. A reserva que se conozca el contexto del mismo. Textos tan complicados pueden generar este tipo de situaciones. Por otro lado, uno de los maestros formuló preguntas más abiertas, amables, afables: ¿qué sentiste al leer el poema?

Sin ánimo de concluir este episodio, pero sí para reflexionar de lo que acontece en las aulas y poder ofrecer opciones para mejorar los indicadores en torno a la lectura (que es lo que interesa a las instituciones) dejaré al aire varias reflexiones: el magisterio reproduce los esquemas que le son dictados desde el centro y desde el escritorio para que sea puesto en práctica en las aulas (olvidando que trabajan con seres humanos); la lectura sigue siendo importante para, valgan las expresiones, “leer de corrido”, “leer bonito”, “pasar año, es decir, un accesorio ineludible de la educación. Los maestros quieren y pueden aprender, pero no bajo las dinámicas que perduran a pesar de las reformas.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_314

 

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