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jueves, 25 abril, 2024
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Por: Humberto Mayorga •

La Gualdra 296 / Sexto Aniversario Gualdreño

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Abriste la puerta hasta el sexto sonido del timbre, ahí estabas con la mirada encendida y un semblante alentador. Pasamos por el pasillo que da cabida a los recuerdos: viajes añejos acompañados de música para amenizar la noche y arrullar al oído. Tomé tu mano, bailamos el vals número seis, anticuado y cursilón para no desprendernos hasta el amanecer. Ahora pienso que las noches de junio son para recordarse no por sus lunas, por el canto de los grillos o los besos desbordados en madrugadas de amantes insomnes. Cruzamos la línea que da paso al destierro y la pérdida momentánea de la memoria mientras los cuerpos se deslizan buscando la muerte menor y una sexta vida. Seis fueron las prendas que te vestían y seis los distintos movimientos para arrojar la ropa por el balcón. La noche oscura, quieta, callada. La noche que cubrió los rostros después de cerrar las persianas, fue también la única que escuchó los lamentos por conocernos a destiempo.

Nos hizo falta tiempo. Nos hace falta tiempo. Nos hará falta tiempo. Un sábado por la noche, el sexto de la semana y una cena afrodisiaca fue el ritual que dio inicio al concierto. Dibujé un mapa en tu cuerpo. Con movimientos sutiles me convertí en explorador de territorios vírgenes. La mirada después del beso: Lunas inacabadas mientras nace el orgasmo. El sexto sentido que aparece al contacto de los labios marcando con saliva, la cascada que lleva al cuello, espacio gobernado por mi boca. Me diriges con el quejido y las pulsaciones cuando coloco mi oído a tus pechos, sigo. Sigo.

El mundo no debe terminar. Los aromas frescos de la mañana se anuncian cuando el canto del ave Fénix arropa el ventanal de nuestra habitación. Cinco han sido los orgasmos, seis las velas muertas sobre la mesita de madera. Deshojo el mapa, continúo en la ruta hasta llegar al ombligo, luego de un largo silencio, agradezco a tu madre, la perfecta cortadura del listón y la emancipación que nos regaló. Voy en la búsqueda, fiel explorador a terrenos fértiles que regalan sonidos orquestados por el ir y venir de mi pelvis. Lento, lento, lento.

Después, mi lengua… pausada, peregrina al compás de mis manos que detienen su paso sobre una estrecha cintura. Llegamos al lugar. Un sueño despierta. El grito sin reservas pide que volvamos a comenzar. Seguimos celebrando nuestro sexto aniversario.

 

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