Si cuando México se acatarra, según el lugar común, a nuestro estado le da pulmonía; ¿cuál será nuestro destino si el primero resulta un gran tratado de patología?
Con autocensura y todo, acaso menos por elección que por fatalidad, las varias secciones de que se componen los periódicos se han vuelto nota roja.
A través de sus máximas instancias un día sí y otro también el gobierno federal reprocha a sus pares, estatales y municipales, sean omisos en el tema de la seguridad; y los personeros de los segundos se quejan sotto voce de la imposición, por parte del gobierno federal, concretamente el secretario de la defensa, de los titulares del ramo, y de las consecuencias del caso.
Cualquiera sea la razón, el resultado es un panorama donde ante la aplastante presencia de policías municipales, estatales, federales, etcétera y, desde luego, militares, portadores todos de espantable armamento, las delincuencias organizada, desorganizada, ocasional, etcétera, operan libremente, acotadas únicamente por el poder de otros delincuentes; algunos de los cuales, cabe señalar, ejercen hace un rato funciones de estado.
Una característica notable del tránsito vehicular en la capital del estado es la aparición incesante de vehículos de lujo: vagonetas, sedanes o coupés de marcas como Mercedes Benz, BMW, Jaguar, Audi, Porsche, etcétera, con placas de Zacatecas; un estado que salvo por la minería, y alguna planta cervecera, cuyos beneficios se visibilizan en parajes más bien remotos, carece o casi de actividades lícitas, generadoras de grandes rendimientos.
No será necesario un gran olfato investigador para enterarse quienes pagaron tales vehículos en porcentaje abrumador ora como funcionarios ora como contratistas o proveedores o simultáneamente, están o estuvieron estrechamente relacionados con el gobierno del estado; por lo que si alguno se interesa en indagar el porqué del quebranto financiero por el que atraviesa dicha institución, no irá probablemente muy lejos por la respuesta.
De las fosas clandestinas, más temprano que tarde nos habremos de enterar. ■
