25.3 C
Zacatecas
jueves, 28 marzo, 2024
spot_img

La fragante persecución del ozono

Más Leídas

- Publicidad -

Por: QUITO DEL REAL • admin-zenda • Admin •

El son del corazón

- Publicidad -

Está invadido el ambiente/ Por mucho ruido, humo y dolor.

Han acabado con todo/ El mismo cielo perdió el color.

Ritmo Peligroso

¿Y ahora, hacia dónde jalamos?

Nos queda claro que, al menos en el corto y mediano plazo, no existen respuestas para combatir la contaminación atmosférica. En temas de limpieza del aire, hace años que caminamos a la deriva. Hoy como nunca se observa la dimensión homicida de la catástrofe, advertida por los especialistas desde hace más de tres décadas, pero atendida distraídamente por las diversas administraciones que apostaron su ineficacia en las oficinas de gobierno.

Los dirigentes políticos del Valle de México, sobre todo los pertenecientes al PRD y, dentro de este partido, la tribu de los Chuchos, demuestran día con día su incompetencia, no saben a lo que se enfrentan, ni a lo que le tiran. Contestan con vaguedades y galimatías, anteponen medidas compensatorias y todavía se ponen autoritarios, en el peor estilo de una institutriz.

El doctor Mancera hace su luchita. Cual debe. Se evade por la tangente, no comprende lo que interesa al público y, sin atender a los afectados de esta ciudad, prefiere los asuntos sociales que visten, los eventos de autopromoción, las justas deportivas y persistir en una Asamblea Constituyente. El doctor no desea poner los ojos en el deterioro de su gobierno, que para muchos ya expiró desde hace tiempo. Él todavía piensa en ser el próximo presidente de la República.

¿Y ahora hacia dónde jalamos, caray?

Corre en el aire una invisible y sugerente carga eléctrica. La gente está cada vez más irritable, sensible y, según los que saben mucho acerca de motines y enfrentamientos callejeros, nos acercamos sin saber a la zona gruesa de los reclamos sociales.

 

La agonía citadina en su propio jugo

Nos estamos muriendo, señores. Respiramos cosas raras, convivimos en la caca, nos acechan graves epidemias, y las ratas, empapadas de porquería, corren con sus largas colas por las oficinas de gobierno como Juan por su casa. El veneno  y el ozono que flotan en el ambiente, cuya forma de abatir aún no se encuentra, disminuyen sensiblemente la calidad de nuestras vidas y nos expone a riesgos sanitarios.

La coyuntura actual del Valle de México no tiene antecedentes; nunca, en el proceso de conformación de la metrópoli, ni siquiera en los días más ominosos, de crisis social y de cuartelazos, se habían impuesto medidas tan rudas para regular la movilidad, con menos combustión de gasolina y gas.

En lo sucesivo, la norma inevitable será suspender con frecuencia la circulación de automóviles y conducir a los habitantes bajo otros procedimientos de movilidad, porque los criterios actuales, con los que hemos supervivido irresponsablemente durante varios años, ya dieron todo, no sirven y, al contrario, se han vuelto en contra de todos nosotros.

El desorden público que se suscita en las calles, no es asunto exclusivo de los automóviles. También la industria y sus inmensas bocanadas negras, la basura expuesta al aire, las heces humanas y de los perros, el manejo del calor y los aceites domésticos, y un curioso listado de artículos que considerábamos inofensivos, actúan discretamente para hacer de la urbe una olla de calor, polvo y suciedad.

Los programas de hace 25 años, cuando se ideó con más o menos fortuna el Hoy no Circula, no ofrecen  salidas laterales para emprender una movilización general contra la contaminación. Pero la Ciudad de México ya no es área de ciudadanos, es un gran espacio donde se da preferencia a los autos.

Debemos advertir que la solución es directa e inmediata: se debe regular la venta de carros y proscribir las costumbres relajadas en el uso de máquinas de combustión interna. Pero es imposible. El remedio involucraría, de inmediato, los intereses de las trasnacionales del automóvil. No imaginamos a Mancera encabezando un movimiento contra Ford, Nissan, Honda o GM, porque los inversionistas, además de ser sus aliados, son miembros de poderes extraordinarios que controlan a los políticos insurgentes con un simple tronar de dedos.

La ciudad ya es otra. No puede crecer más, no puede atraer más agua, ni continuar con la construcción desenfrenada de edificaciones. No puede regirse con su ridículo índice de movilidad.

La Ciudad de México mantiene el primer lugar entre las capitales más lentas del mundo. El corazón de la ciudad se verá amenazado constantemente, hasta que venga el día del síncope, del pum y el adiós.

Pero la gente se acelera y ante cualquier pretexto adquiere uno o dos o tres, o cuatro carritos antes que subirse al metro. Éste no da estatus. La estupidez también es factor importante del escenario. Entre carros y la caquita de los perritos, tan caros al estilo de vida de la clase media, el destino nos alcanzará rápidamente.

 

Nadie puede con la capirucha

El PRI, en su larga hegemonía, ya no podía con la ciudad-capital de la república. A menudo, los cohetes le estallaban en las manos y fueron echados de la administración central por los partidos que encabezaban las movilizaciones sociales. En este caso, el PRD.

Pero esta parece ser una transferencia entre dos partidos políticos incompetentes. Existe la certeza de que las riesgosas temporadas en el infierno del ozono, que prolongarán su magnitud acompañadas con la inoperancia del jefe de Gobierno, son consecuencia de un rosario de errores cometidos por los funcionarios procedentes del PRD, a través de las administraciones de Cárdenas-Robles-Peje-Encinas-Ebrard y el doctorcito Mancera.

Y es que los perredistas han fallado en casi todos los rubros. Qué bárbaros. Seguridad, transporte público, vialidad, uso del suelo, transparencia, medio ambiente, desarrollo, agua potable, reforestación, manifestaciones callejeras y ordenamiento territorial, son apenas los temas que son punta de la catástrofe larvada de la ciudad.

Queda claro, el Dr. Mancera está reprobado en todas estas asignaturas, y ahora busca resarcirlas con la broma de una Asamblea Constituyente. Si al principio de su administración era un ídolo, un Juan Camaney, hoy sólo es la sombra de sus propósitos. Por ejemplo, no desarrolló los rudimentos básicos para manejar la avalancha de los vendedores ambulantes del metro, porque le gusta más el juego de pelota.

No comprendo por qué se enfadan los perredistas, sobre todo Chuchos, cuando se escribe acerca de la corrupción e ineficacia de sus dirigentes y funcionarios. Cálmense. Los viejos líderes, ahora integrados plácidamente en la sociedad de consumo, envían humo apache para no ser cuestionados. Pero es inevitable, porque la tonta y crédula pretensión de Mancera, de ser el próximo presidente de la República, convierte a los críticos más sensibles en vigilantes de sus malignas ineptitudes. ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -