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jueves, 28 marzo, 2024
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Desaparición de 43 normalistas, el mayor ejemplo de corrupción e impunidad con que opera el Estado

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Por: MARTÍN CATALÁN LERMA •

■ Tryno Maldonado presenta en Zacatecas su libro Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos

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■ Sobreviviente y esposa de uno de los alumnos piden que el GIEI siga en la investigación

La desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, se ha convertido en el mayor “ejemplo de corrupción, impunidad y violencia con que opera el Estado contra los ciudadanos” y en el caso con más presión hacia “una supuesta institución que protege a la sociedad”, el Ejército Mexicano, afirmó anoche el escritor zacatecano Tryno Maldonado.

Durante la presentación de su libro Ayotzinapa. El rostro de los desaparecidos, acompañado por un normalista sobreviviente y la esposa de uno de los 43, exigió que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI) permanezca más tiempo en la investigación del caso, pues en abril concluye su periodo de trabajo.

Sobre la hipótesis del libro, dijo que esta coincide con el informe del GIEI sobre la existencia de un quinto autobús tomado por los estudiantes y que al parecer trasladaba droga o dinero en efectivo hacia Chicago, Estados Unidos.

“La hipótesis de este libro es una de las que parece sugerir el grupo de expertos, es que casualmente, por azar, 14 chavos tomaron un autobús en la Central de Iguala que llevaba un cargamento de estupefacientes o dinero en efectivo. Hay un código que descifró la DEA y es el mismo que usaron los choferes para comunicarse con la gente que los está esperando, y eso es lo que los sobrevivientes me comentaban que habían oído”.

El hecho entonces es considerado un crimen de Estado, puesto que el operativo fue coordinado y montado por todas las corporaciones de seguridad, incluyendo el Ejército, y perpetrado “con un grado de violencia y perversidad que no tiene límites”, según expuso Maldonado.

Aunado a ello, el peritaje y el levantamiento de pruebas estuvo lleno de irregularidades y por lo tanto el Estado tiene responsabilidad en lo que ocurrió la noche del 26 de septiembre y posteriormente en las averiguaciones. Es decir, “es el ejemplo de corrupción, impunidad y violencia con que opera el Estado contra los ciudadanos”.

El escritor zacatecano cuestionó entonces que esa es una línea de investigación que la PGR se ha negado a explorar y por lo tanto se ha negado a entrevistar a los militares que esa noche tuvieron contacto directo con los normalistas e incluso muchos ya fueron removidos a otros cuarteles.

La intención del libro, agregó, fue contar la versión de los normalistas y de sus familias a manera de contrapeso a “la verdad histórica” que intentó imponer el Estado porque al final fue un montaje que derrumbaron los expertos internacionales.

Erika de la Cruz Pascual, esposa de Adán Abraján de la Cruz, uno de los normalistas desaparecidos, describió el cambio que ha tenido su vida y la de sus dos hijos después del 26 de septiembre de 2014.

“Ellos saben la verdad de su papá. Cuando le dije a mi hijo lo que estaba pasando, estuvo llorando dos días y no podía controlarlo. Es muy triste porque su papá nunca nos había dejado tanto tiempo. El niño ha cambiado mucho y ahora va a las marchas. No le da miedo, grita y si alguien le pregunta por qué grita, él va a decir: ‘grito para ver si el pendejo gobierno me regresa a mi papá’”.

Indicó entonces que “vamos a seguir luchando porque ellos saben dónde están. Tienen muchas informaciones guardadas e incluso videos que estuvieron presenciando. También hay personas que han estado en los cuarteles y nos dicen que entremos porque adentro hay mucha gente”.

Desde su punto de vista, los 43 normalistas no están desaparecidos, sino privados de la libertad por el gobierno, lo cual está evidenciado porque fueron policías y militares quienes los aprehendieron “y ellos no actúan solos, dependen de alguien de más arriba que les ordena”.

De la Cruz Pascual expresó que para ella ha sido triste dejar a su familia para viajar e informar sobre la situación de su esposo y los normalistas, “pero si dejo la lucha, mañana puede ser mi hijo”.

Por último, Uriel Alonso, estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa, explicó varias de las prácticas que realizan y que frecuentemente son estigmatizados en los grandes medios de comunicación, tales como el supuesto secuestro de autobuses, que en realidad es algo que hacen bajo convenio con las empresas.

En esos casos, los estudiantes obtienen recursos mediante boteo para pagar al conductor el equivalente a su salario a la vez que se le brinda hospedaje y alimentación, además de comprometerse a no dañar el autobús.

Comentó que la “semana de prueba” que se aplica a los alumnos de nuevo ingreso, que consiste en trabajar en tierras de cultivo o correr más de 10 kilómetros sin descanso, sirve para que al egresar tengan la capacidad de trasladarse caminando, durante horas, a sus centros de trabajo.

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