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viernes, 19 abril, 2024
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Segundo Concurso de Cuento Corto

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Por: Anailil Martínez Arteaga •

**Mención especial

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Anailil Martínez Arteaga

12 años de edad

Instituto México de Zacatecas

Zacatecas

 

Mejores amigos

En aquella calle larga, hasta el final, en la casa verde con número 314, viven Tina y Vingo. Tina, una gatita muy refinada, blanca, con unos enormes ojos azules, una nariz rosada y un listón rojo atado a su cuello que sostiene un pequeño cascabel, ella siempre tan limpia, dormía casi todo el tiempo, sólo despertaba para tomar su leche tibia y trocitos de carne. Siempre que terminaba de comer dormía junto al ventanal entre los rayos del sol. El ventanal tenía vista al jardín de la casa, donde jugueteaba y ladraba Vingo, pero eso a Tina no le importaba, ella sólo lamía sus patitas y se deslizaba sobre la alfombra. Vingo era un perro muy intrépido, todo lo contrario a Tina; él comía croquetas y tomaba leche a cualquier hora del día, le ladraba a cualquier bicho que se le atravesara y corría por todo el jardín. Siempre que veía a Tina durmiendo junto al ventanal se acercaba y le ladraba hasta despertarla, pero a Tina esto no le importaba, ella se levantaba tranquilamente y echaba un brinco hacia el sofá y seguía durmiendo.

Un día, Tina quiso salir a dar un paseo por el jardín; caminaba tranquilamente sobre la cerca de madera que dividía el jardín de al lado, mientras que Vingo estaba dormido sobre el pasto, pero Tina no recordó que traía el cascabel sobre su cuello y, de pronto, un tintineo despertó a Vingo y comenzó a ladrarle y a saltar sobre la cerca hasta lograr que Tina cayera junto a él, sobre un charco de lodo. Tina trataba de escapar de Vingo, pero Vingo era muy grande y lo único que quería era jugar con Tina, pero a Tina le asustaban los enormes dientes de Vingo persiguiéndola, pero por suerte la dueña, Cleo, escuchó el relajo que se traían en el jardín y salió a salvar a Tina, la sostuvo en sus brazos y la limpió hasta quedar limpia otra vez. Tina, cansada de la corretiza que le dio Vingo, decidió tomar una siesta en el sofá de la casa.

Tina durmió tanto tiempo que no se dio cuenta que Vingo había entrado a la casa y se quedó dormido junto a ella, y cuando Tina despertó tremendo susto que se llevó, quiso salir corriendo, pero su cascabel la delataría otra vez, así que trató de levantarse lentamente sin hacer ruido, pero al saltar del sofá un tintineo se escuchó, y Vingo despertó; otra vez a correr, pero esta vez por toda la casa, entre las sillas y los muebles. De tanto correr a Tina le empezó a divertir esta situación, entonces decidió esconderse de Vingo para asustarlo y así pasaron una divertida tarde, hasta que se cansaron y comieron juntos, y después compartieron el ventanal para dormir. Desde entonces, juegan todo el tiempo y comparten sus comidas y el ventanal.

 

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