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martes, 23 abril, 2024
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A 100 años de su natalicio es necesario seguir discutiendo a Octavio Paz: Eduardo Ríos

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Por: ALMA RÍOS • Admin •

■ Por sus posiciones políticas, el Nobel de literatura es tema para “tirios y troyanos”

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■ Un rasgo fundamental del autor fue su obsesión por México y su cultura

El hombre, el tiempo, la muerte, la otredad y la identidad del mexicano fueron “los lugares habitados” por Octavio Paz, temas en los que buscó encontrar sus propias raíces. El autor estableció a través de su poesía la identidad entre el hombre y la palabra, a fin de trascender la finitud de la existencia humana. Por sus posiciones políticas, el Nobel de literatura mexicano es tema para “tirios y troyanos”, una presencia-ausente que permanece para seguir provocando a seguidores y detractores.

Así fue abordada la figura del también Premio Cervantes de Literatura 1981, en víspera de cumplirse este 31 de marzo 100 años de su natalicio, en Acentos, programa de La Jornada Zacatecas TV dedicado al análisis de la cultura, la sociedad y el arte.

La  serie tuvo como invitado al docente e investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Eduardo Ríos Martínez, autor de una tesis doctoral Ethos hispanoamericano y el concepto de modernidad en la obra ensayística de Octavio Paz, y asiduo lector de quien se señaló como una de las figuras más trascendentes del siglo 20 en lengua española.

La necesidad de Octavio Paz de entenderse a sí mismo, expresó Ríos Martínez, provino de sus orígenes familiares amalgamados entre el zapatismo de su padre, Octavio Paz Solórzano y su abuelo porfirista, Ireneo Paz.

“Él tuvo que irse con su padre representante de Zapata a Estados Unidos. Vivió la experiencia del destierro, regresa a México y siente la necesidad de saber qué es el mexicano, saber qué es el mexicano en el mundo y saber qué es el hombre”.

Para entender la presencia del hombre, Octavio Paz poetizó al mundo y estableció una identidad entre palabra y hombre, en un intento de evadir el tiempo. “No quiere no morir, no quiere no nacer, pero sabe que tenemos un fin”.

“No hay ningún fin a la palabra, la palabra se queda. Entonces Octavio Paz es un escritor, un poeta un literato, un ensayista que ha permitido a través de la historia, de su vivencia y de sus relaciones con el mundo, con su mundo y con el amor, con el erotismo, la creación de todas sus obras, donde necesita al otro para ser él”.

El docente recordó la posición de joven Octavio Paz Lozano “de dar un paso atrás frente a la izquierda” estalinista, ante la postura que toma el también poeta francés André Gide y la revelación de la existencia de campos de concentración en la Unión Soviética.

El conflicto al seno del comunismo de los años 30 del siglo pasado tuvo en México un episodio que refirió  como el colmo, el asesinato del disidente Leon Trotsky. Estos hechos, expuso, no fueron aceptados por Paz, tampoco la represión que en 1968 realizó “el capitalismo autóctono”.

Octavio Paz llamó al movimiento estudiantil “revuelta y rebelión contra el poder establecido y por esto fue el único de los mexicanos que estaban como funcionarios del gobierno mexicano en 1968 que se deslinda y manda una carta.  Después el propio presidente Gustavo Díaz Ordaz en algunos programas (de televisión) se jacta de que no va a renunciar…y le llega la renuncia”.

 

Su actividad como editor de revistas literarias entre las que se encuentran Plural, realizada conjuntamente con Julio Scherer García en el seno del periódico Excelsior, refiere una intensa actividad que causó polémica por sus posturas políticas.

“Entonces ¿quién es Paz? Paz es un tema para tirios y troyanos. Un Paz que está en paz en muerte y que está más vivo que la Paz que no tienen los que le critican”, dijo Ríos Martínez.

Sin duda añadió Carlos Navarrete, Octavio Paz fue un hombre que provocó a sus contemporáneos y sigue provocando hoy en día.

En el caso de su literatura las preocupaciones del autor de Las horas violentas fueron el hombre que conoce el mundo a través de la palabra, “y un signo en donde es puente para conocer el mundo es la mujer. Por eso para Paz es importante la cuestión del erotismo”.

Si bien su libro La llama doble. Amor y erotismo aparece postreramente en su escritura, añadió, el tema aparece en todas sus facetas literarias.

“Hombre, tiempo, muerte, otredad son los lugares en donde él habita y en donde busca encontrar sus propias raíces”.

Otro tema fundamental en Octavio Paz que destacó, fue su obsesión por México y su cultura. El mito de la Malinche que se interpone entre el origen prehispánico y español del mexicano y que “está en todo aquello que se nos presenta como extraño”.

Pero Octavio Paz también es  “el primero que ve la necesidad de romper con Estados Unidos” para construir con otros países que comparten la lengua romance una modernidad alternativa, “una nueva morada para aquellos que han vivido la tragedia de la modernidad llevada a sus últimas consecuencias”.

En Piedra de Sol, el poeta se refiere al tiempo circular, mítico. La obra inicia y termina de la misma forma, puntualizó el conductor de Acentos, para hacer visible la contradicción entre los conceptos oriental y occidental del tiempo, que tuvo el autor de Vislumbres de la India oportunidad de conocer en sus viajes por este país y  de donde se encuentra otro referente para sus preocupaciones temáticas, “la otredad” y “la identidad”.

 

Este es el tema de su libro más conocido, El Laberinto de la Soledad, que sin embargo, añadió Ríos Martínez, aunque multicitado, es poco leído.

El contexto de la aparición de esta obra en 1950, aportó Navarrete, era la efervescencia nacionalista expresada en los murales de la Escuela Mexicana de Pintura y las obras sinfónicas de Silvestre Revueltas. Y ya había aparecido El perfil del hombre y la cultura en México (1934) de Samuel Ramos, pero la radiografía del mexicano que ofrece Paz en su obra “llega también a causar cierto escozor porque dice cosas que otros no habían dicho, causa molestia”.

Al respecto dijo Bolívar Vinicio Echeverría, maestro en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México, que “mientras todos los filósofos estaban buscando qué era el mexicano, quien lo vino a decir fue un literato y no un filósofo”, citó Eduardo Ríos Martínez.

El dolor de no poder dejar de ser lo que nosotros creemos que somos y que describe el autor en los complejos, prejuicios y traumas del mexicano, lo colman de soledad. De ahí proviene la incapacidad para comunicarnos entre nosotros y con el mundo, se dijo.

En otra de sus facetas, como promotor del diálogo a través de diversas publicaciones que culminaron en Vuelta, Paz convocó a grandes escritores y sus artículos provocaron acaloradas reacciones en el medio intelectual mexicano.

“Hay una anécdota muy chistosa de Juan Villoro”. Cuando era joven, él y sus contemporáneos literatos tenían un sueño recurrente: discutir con Paz y que éste les diera la razón, compartió el también jefe de Información de La Jornada Zacatecas.

Paz, expresó el docente e investigador de la Unidad Académica Preparatoria, “entregaba prestigio”. Lamentó tras recordar el episodio del incendio de la biblioteca del poeta, la  reclusión en un apartamento, del que denominó “el jilguerillo que es estiércol para el discurso del político, para que florezca”, y el que no se le hubiera ofrecido el apoyo que en otros países se otorga a figuras de su talla intelectual.

Celebró que en el contexto de la conmemoración por los 100 años de su natalicio, las nuevas generaciones tengan la oportunidad de conocer mediante la lectura de su obra, a Octavio Paz “como él era y no como dicen que fue”.

El programa se cerró con una invitación a acudir a la obra del autor de Las Peras del Olmo, obra visionaria que adelantó la crítica a la técnica que más tarde propondría el filósofo Martin Heidegger, para que “como siempre, nos provoque su poesía y sus ensayos literarios o políticos” a fin de seguir “discutiendo a Octavio Paz”.

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