La Reforma Educativa ha provocado, desde antes de su aprobación en el Congreso de la Unión, una resistencia enorme del movimiento magisterial. Son múltiples las notas sobre su presencia en el Distrito Federal y en la capital zacatecana con múltiples movilizaciones que ocuparon el centro de la preocupación mediática durante meses. Después vino la legislación secundaria, y ahí los profesores inconformes y las izquierdas parlamentarias tampoco pudieron detener la embestida del PRI, PAN y PRD unidos. Ahora viene la etapa de la armonización de las leyes estatales de educación con la Ley Federal.
En el caso de Zacatecas, el movimiento magisterial disidente hizo una propuesta aprobada durante los foros organizados por la Legislatura local: la organización de un congreso estatal de educación con carácter vinculante, un evento donde el ingrediente definitorio fuera la amplia participación de todos los docentes zacatecanos que, al ser tomados en cuenta, se transformarían en sujetos de la planeación de los ejes fundamentales de la educación en la entidad. Y en ese evento pudiera construirse una propuesta consensada distinta a la adaptación mecánica de la Reforma Educativa recién aprobada en el país. Esta idea llenaba de esperanza la mirada de los docentes al posibilitar su protección de la mayor amenaza de la reforma federal: la pérdida de la seguridad en el empleo.
Sin embargo, esa esperanza parece que se ha difuminado. La mayoría de los legisladores han decidido hacer a un lado la iniciativa del Congreso Estatal de Educación y se disponen a aprobar por la vía rápida una iniciativa de Ley estatal de educación enviada por el titular del Poder Ejecutivo del estado, con lo que se incumple uno de los acuerdos principales que permitieron la suspensión de las grandes movilizaciones de fines del año pasado. Lo más importante de la propuesta es que atendía uno de los problemas más importantes de toda la reforma federal llevada a cabo recientemente, a saber, la falta de consulta y participación de los sujetos del proceso enseñanza-aprendizaje. Y en cadena, la ausencia de mecanismos participativos para confeccionar la Reforma Educativa genera defectos graves en el planteamiento o contenido mismo de la ley, que se convierte en una chata imposición de los dictados de organismos internacionales alejados de la realidad educativa del país, lo que sin duda atraerá las filosas críticas de las mentes más brillantes sobre el tema educativo en México.
La propuesta de un congreso ampliamente participativo de los sujetos del proceso educativo abría la esperanza de una Ley de Educación en serio y de calidad. Y el hecho de que tuviera carácter vinculatorio, establecía un sano antecedente para construir iniciativas de ley con sustancia social; lo cual sería de gran impacto. Sin embargo, dicha esperanza se ha disuelto pues la mayoría de los legisladores locales se dispone a mostrar una vez más, no solo la falta de voluntad política del gobierno para cumplir sus compromisos, sino su desprecio por lo que piensan sus electores, así como su irresponsabilidad política al propiciar un conflicto que polarizará a sectores importantes de la sociedad zacatecana.
