Tenzin Gyatso, el 14 Dalai Lama, fue recibido por escolares a su arribo a la sede del Obispado de Zacatecas, hoy, alrededor de las 9 de la mañana, poco antes de iniciar La Jornada por la Paz, un encuentro interreligioso con Sigifredo Noriega Barceló, obispo de Zacatecas, y monseñor Humberto Salinas Castañeda, coordinador diocesano de Diálogo Interreligioso.
En el mismo, se reconoció la realidad multireligiosa del mundo, producto de «las diferentes disposiciones mentales», dijo el Dalai Lama, y se destacó la necesidad del respeto y la tolerancia para la convivencia entre los miembros de las mismas.
El líder budista recordó en ello la convocatoria de Juan Pablo II a un encuentro de este tipo celebrado en Asís en 1992, donde, en una misma plataforma, las diferentes creencias y sus representantes pudieron conocer más unas de otras, cosa que considera importante para lograr, como objetivos, la paz y la armonía interreligosas.
Noriega Barceló recibió al líder espiritual del Tibet como «hombre de la paz» y solicitó su sabiduría para entender cuál es la misión de las religiones y las tradiciones espirituales en un mundo convulso, dividido y violento, donde pareciera que «el mal va triunfando sobre el bien», contexto en el que situó al país y a Zacatecas, y pidió al visitante su definición de la paz y si es posible alcanzarla.
Los conflictos son creaciones nuestras y no de Dios, pues si fuera de esta forma no podríamos hacer nada contra ellos; la maldad está dentro de nuestra mente y corazón, pero todos tenemos el potencial para lograr la paz mediante la espiritualidad, que tiene, entre otras características compartidas por todas las creencias, la compasión, el perdón, la autodisciplina y la humildad, señaló el Dalai Lama.
En el evento, se realizó una oración; el prelado católico expresó su compromiso de trabajar por la paz, y destacó en ello a la educación.
En conferencia de prensa posterior, en la que se habló, entre otros temas, de interreligiosidad, espiritualidad, religión y de aspectos como la desigualdad social y la migración, el Dalai Lama expresó como conveniente repetir en América la experiencia de la Unión Europea, donde los habitantes de sus distintos países pueden trasladarse sin necesidad de visa entre ellos para encontrar trabajo; definió a la desigualdad social como un problema serio «que tenemos que enfrentar» y lo definió como la fuente de problemas en las sociedades.
Dijo que es conveniente que los países ricos del hemisferio norte pudieran contribuir con los del sur para disminuir la brecha entre ricos y pobres; esta dinámica, agregó, debería repetirse en las naciones. La reducción de la desigualdad social requiere de la responsabilidad de quienes tienen el poder y la riqueza y de los que pertenecen a las clases carenciadas; los primeros, utilizarla para promover la educación y proveer de sustento, mientras que las segundas deben fortalecer su confianza en sí mismas, no deben de sentirse inferiores y aceptar su situación sin hacer nada al respecto, sino recibir la educación y trabajar duro para superarse.
Añadió que no es suficiente la religión para ofrecer valores que promuevan la paz, pues éstos se circunscriben a círculos de creencias, pero la ética secular es más universal y, por ello, necesaria.
El líder religioso arribó con un fuerte dispositivo de seguridad, entre guardaespaldas y asistentes, estos últimos siempre solícitos a atenderle.
Tenzin Gyatso, continuamente, interrumpió su discurso para hacer algún comentario que distiende la solemnidad y lanzar breves carcajadas. Durante su estancia en la Litoteca del ex templo, se mostró interesado en el contenido de los anaqueles que muestran piezas de cantera otrora pertenecientes al templo de San Agustín.
Mientras su traductor ofrecía las respuestas a los cuestionamientos de la prensa, el líder budista solicitaba a su gente lo que parecían explicaciones y volteaba la vista a uno y otro lado en aptitud de observación.
