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miércoles, 24 abril, 2024
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La seguridad o el eterno retorno del fracaso

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Después de tres años, el discurso y los planes para disminuir la violencia y alcanzar la paz en Zacatecas tienen el destino de Sísifo: cada año se arriba con la piedra, que invariablemente vuelve a caer y se tiene que empezar. Cada año se empieza y se renuevan las mismas intenciones. Vamos en el tercer año de gobierno y no se ve el avance en seguridad. Los recursos que se han gastado son muchos y los homicidios siguen en aumento.

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Alguien podría pensar que es una guerra entre bandas y se matan entre ellos, y eso no nos afecta a los ciudadanos. Pero desgraciadamente eso es falso: el nivel de homicidios no habla sólo de guerra de bandas (que existe), sino de algo que es realmente preocupante: el dominio territorial, presencia y actuación cada vez más intolerable de estas bandas en los lugares donde operan. Es decir, el nivel de homicidios es indicador de la presencia dominante de bandas en el lugar donde vivimos, que afectan la seguridad diaria de la población a quien extorsionan, secuestran, roban e intimidan. Y mientras tanto la política de seguridad cada año muestra un fracaso, se empuja hacia la cumbre, para el año siguiente verla en el mismo lugar. El eterno retorno del fracaso. Las promesas de campaña (otra vez) son sólo eso: palabras. Y la esperanza de que la seguridad sea una realidad en Zacatecas, se está evaporando.

En la población cunde el escepticismo, las chispas de la espera confiada en que las cosas podían cambiar, que se veía hace tres años, se ha transformado en desesperación. Esta última es la-certeza-de-no-poder-salir. Un saber que no hay salida. Los ciudadanos ya no esperamos nada. El cuarto año será igual, el quinto y el sexto. Y en la próxima campaña la clase política volverá a prometer seguridad; y seguirá reciclándose la vacuidad de la palabra pública. No hay planes serios y responsables. La prevención y la seguridad ciudadanizada siguen estando pendientes.

No hay un solo plan (ni siquiera a nivel piloto) de seguridad no-militarizada, de seguridad ciudadanizada. Académicos, organizaciones de la sociedad civil y diversos actores sociales, hicieron propuestas que bien pudieron convertirse en programas novedosos; pero ninguna se retomó. Los programas proyectados desde el propio consejo de seguridad han sido flatus vocis: aire salido de la voz. Nada. Y de la comparecencia, ya no surge una reflexión teórica o análisis político; sólo queda la pena ajena por el nivel de debate de los diputados, el abordamiento que se hace del tema y la orientación que le dan a la petición de cuentas. No hay en sus intervenciones un mínimo de estudio de las cuestiones tratadas, ya no digamos profundidad en la exigencia de reconducción de las políticas. Otra vez: nada.

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