Después de que la medición de la pobreza en nuestro país ha sido desarrollada desde una perspectiva unidimensional, en la cual se maneja al ingreso como una aproximación del bienestar material de la población, ahora el Coneval (2010) maneja el concepto de pobreza multidimensional que establece que: “Una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando no tiene garantizado el ejercicio de, al menos, uno de sus derechos para el desarrollo social y si sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades.”
Tradicionalmente Zacatecas ha sido catalogada como una de las entidades más pobres del país. En el marco de la región centro occidente de México, para el año 2010 tenemos el menor PIB per cápita, señal que andamos mal. Ocupamos en tal año el lugar 27 por el tamaño del PIB per cápita, en el contexto nacional, y el 28 sitio por nuestra aportación relativa al producto nacional (Inegi, 2011).
Según el Coneval para el año 2000 ocupamos la doceava posición por el alto grado en pobreza alimentaria, de capacidades y patrimonial, siendo esta última la de mayor incidencia, con 56.3 por ciento, nivel superior al nacional. Uno de cada tres habitantes tenía carencias en términos alimentarios, cifra que era muy alta.
La región de mayores carencias es Sombrerete, que tiene en Jiménez del Teul el municipio más pobre de la entidad. Mientras que la región con menor incidencia de pobreza es la de Zacatecas, al tener la única zona metropolitana de la entidad, que contiene la quinta parte de la población estatal en 2010.
Para el año 2005 Sombrerete repite como la región más pobre, seguida por Ojocaliente, siendo la pobreza patrimonial la de mayor intensidad. La región Zacatecas fue la de menor pobreza de los tres tipos.
Entre los años 2000 y 2005 la pobreza alimentaria y la de capacidades disminuyen mientras que la patrimonial se mantiene estancada, a excepción de la región Tlaltenango, que presenta una reducción considerable, y de la de Mazapil que aumentó. La de Loreto-Pinos presentó la mayor reducción durante el periodo respecto a la pobreza alimentaria y de capacidades; Jerez fue la de menor decremento en estos mismos tipos.
Para el año 2010, ya con la nueva metodología, Zacatecas escaló un lugar, ocupando el lugar 15 en el contexto nacional por su grado de rezago social. El número de personas pobres entre 2008 y 2010 pasa de 740,300 a 899,000, un aumento relativo de 50.4 a 60.2 de la población total. La pobreza moderada pasó de 40.9 a 49.8 por ciento, mientras la extrema lo hacía de 9.5 a 10.4 por ciento. Por su parte, la población vulnerable por carencias sociales cae de 28.1 a 18.7 por ciento de la total, y la vulnerable por ingreso pasa de 5.8 a 6.3 por ciento, mientras la no pobre y no vulnerable de 15.7 a 14.3 por ciento. Esto con base en el Coneval (2011).
El aumento expuesto de la pobreza en Zacatecas está asociado a los efectos de la crisis económica americana iniciada en 2007 como el desempleo y el endurecimiento de la política migratoria lo cual provocó la baja en las tasas de emigración internacional y, por ende, un súbito y alto crecimiento demográfico de 122,976 personas entre 2005 y 2010, mientras los nuevos pobres para 2010 respecto de 2008 ascendieron a 158,700.
En cuanto a las carencias tenemos que cerca de 79 por ciento de la población tienen al menos una de ellas, y 22.8 por ciento al menos tres; una de las razones que nos permiten ver porque el incremento en la pobreza no ha sido tan notable es el comportamiento de los indicadores de carencia social; el acceso a servicios de salud es muy alto (recuerde que se toma en cuenta el Seguro Popular), al igual que la vivienda y alimentación.
Sabemos que para 2010, 60.2 por ciento de la población estatal vive en situación de pobreza. Bien, sólo en 13 municipios se aprecia un nivel inferior al estatal, y de los 45 restantes cuyo dato es superior a éste en 18 rebasa 70 por ciento. Los extremos son Zacatecas y Jiménez del Teul con 29.5 y 85.7 por ciento, respectivamente.
La pobreza extrema pasó, en absolutos, de 139,700 a 155,700, y los municipios que tienen la mayor incidencia son Mazapil, Pinos, Genaro Codina y Jiménez del Teul, con porcentaje mayor de 20 por ciento. El esfuerzo por abatir la pobreza extrema debería fortalecerse en estos lugares.
En el terreno de las carencias sociales el dato de la población que carece de seguridad social es particularmente alto. Sólo en los municipios de Zacatecas y Guadalupe es menor de 50 por ciento, mientras en todos los demás es mayor a tal nivel, en 13 municipios supera 80 por ciento.
En cuanto a las regiones, en el año 2010 la de mayor incidencia de pobreza multidimensional es la de Ojocaliente, y la de menor es Zacatecas; la región de Sombrerete tiene un mayor porcentaje de población en condiciones infrahumanas, pues como dice el Coneval (2010: 43) en promedio 19 por ciento de la población “dispone de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana.”
Los datos disponibles muestran que las mayores carencias son seguridad social y alimentación; la región con más carencias educativas y de salud es la de Jerez, la de menor cobertura en materia de seguridad social la de Ojocaliente, la de mínimas condiciones habitacionales es la Sombrerete y la de Loreto-Pinos la de mayores carencias alimenticias.
La región con mayor porcentaje de población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo es Ojocaliente, mientras que la de menor es la de Tlaltenango.
En suma, la pobreza es alta en Zacatecas. Entre 2000 y 2005 los datos oficiales indican que disminuyó, de manera diferenciada por el territorio. La nueva metodología de medición de la pobreza no pudo evitar el aumento de la pobreza entre 2008 y 2010 por la crisis económica de los Estados Unidos. Ya comentamos que para 2012 la pobreza disminuye respecto de 2010, pero su nivel de incidencia sigue siendo mayor al de 2008. Si sabemos en dónde está la pobreza y la marginación y vemos que ésta persiste a pesar de nuestras acciones, preguntémonos acerca de si vale la pena lo que estamos haciendo. Tal vez sea momento en que debamos decidir dedicarnos más al combate a la pobreza que a su medición.
