Las nuevas paternidades es un tema de abordaje que requiere de una mirada integral, vincular, y, sobre todo, de las formas en que se hace el ejercicio de la paternidad, el día a día, papás conectados y comprometidos con la crianza de sus hijos, aseguró la psicóloga Guadalupe Rodríguez.
“Estos modelos de paternar están creciendo junto a las nuevas generaciones”, aseguró la especialista, pues la presencia activa en la vida familiar, a partir de la construcción de vínculos sólidos y conscientes, así como el nuevo rol de la paternidad emocional, es un tema que incide positivamente en cualquier familia.
Aclaró que se trata de “compartir en vez de colaborar”, pues esta pareciera ser la regla de las nuevas configuraciones familiares, cuyas dinámicas incluyen algunos conceptos claves, entre ellos, la corresponsabilidad, que destraba el nivel de los roles tradicionales de género, al distribuir, de manera más equitativa, las tareas.
Asimismo, destacó que debe ser una “paternidad involucrada que ratifica la presencia activa en la vida familiar, a partir de la construcción de vínculos sólidos que involucran el compromiso y la demostración afectiva”.
“La nueva paternidad tiene el potencial de ser mucho más sensible, presente, abierta y orientada al crecimiento. De muchas formas, es un acto de rebeldía para todos aquellos que están dispuestos a defenderla, pues implica caminar una nueva ruta, a veces completamente desconocida, en la que todas las estructuras se ven obligadas a responder”.
Cambiar una práctica de paternidad tradicional a una moderna significa, explicó, transformar el paradigma mental que la sociedad carga después de años de aprender modelos de una masculinidad, que en muchas cosas ha resultado “ser tóxica, pues puede ser que podamos rescatar uno que otro beneficio de la paternidad tradicional, basada en un orden de género hegemónico, pero es momento de una actualización a gran escala”.
Finalmente, destacó que hoy se está poniendo a prueba el antiguo modelo de “proveedor, protector, autoritario y mayormente ausente”, por uno en donde el hombre activamente busca conectar, generar equilibrio y sintonizar los afectos con su familia, lo cual también va marcado por ciertas conductas positivas para generar un espacio más justo en el hogar, con tareas compartidas sin consideración de la identidad de género y con énfasis en el bienestar colectivo.
“Estoy segura de que, en lo profundo, valoramos más el afecto, la cercanía y la presencia, por lo que tenemos la obligación moral de comportarnos a la altura de las circunstancias y seguir abogando por la transformación de la mentalidad colectiva a través de formas más evolucionadas de vivir nuestras familias en comunión con el trabajo. Evolucionar la paternidad es una decisión que debemos tomar”.