John Steinbeck escritor estadounidense y premio nobel de literatura es el autor de Las uvas de la ira una novela que expresa la travesía dolorosa, a ratos humillante y complejísima de una familia campesina del estado de Oklahoma que debe emigrar a California, por la pérdida de sus tierras ante la imposibilidad de cubrir sus créditos, en plena crisis derivada del crack de 1929. Ambientada, como ya puede inferirse, en la década de 1930, la narrativa nos permite conocer las vicisitudes de la familia Joad; sus emociones y su condición humana. Y así, a través de ellos, a toda una generación que se vio lastimada y humillada por las fallas de un sistema que, si bien no tiene hoy rival en la estructura económica y social, ha mostrado, desde hace rato ya, sus debilidades.
En este punto me gustaría detenerme un poco para que, aprovechando los días de asueto (cuándo se tengan), se permita dar una hojeada a dicha obra. No solo es una lectura amena por la redacción amigable del autor, sino porque además despierta la conciencia respecto a los extremos que, aún en un país que para entonces ya era una potencia económica, política y militar, una familia humilde se ve humillada en su búsqueda de la supervivencia por vías legítimas: trabajar la tierra que es lo que saben hacer, es a lo que se han dedicado por generaciones y es lo que les ha permitido forjarse una identidad con dignidad y orgullo. No es alejado este escenario del que vivimos hoy en muchas partes del planeta y particularmente en esa misma nación. Le puedo adelantar que al recorrer las páginas de Las uvas de la ira, podrá entender mejor porqué ganó Donald Trump recientemente las elecciones en aquel país, aún con sus conocidos escándalos: hay un sector de la población, cada vez más amplio, que se siente y se ve humillada por no alcanzar las condiciones que ellos consideran son mínimas indispensables de bienestar; ello, desde luego, está íntimamente relacionado con la dignidad. Pero no solo se trata de un asunto de emociones y condición humana, sino también del fracaso de un sistema económico que ha promovido y acentuado la desigualdad en el mundo, provocando un desafecto insuperable por el sistema democrático liberal, y aún más, por cualquier institución que no mejore de manera directa y con cierta inmediatez, la desesperanza del día a día de estas personas. Todo lo anterior también puede vincularse a las explicaciones que académicos y expertos han tratado de encontrar a los fenómenos populistas de estas primeras décadas del nuevo milenio, en todo el orbe.
Valga pues la recomendación de Las uvas de la ira, que en su título mismo hace referencia a una semilla de molestia, inconformidad, humillación y despojo de esperanzas, que estamos sembrando en generaciones a las que el sistema tiene que encontrar cómo dar respuesta o la encontrarán fuera de éste, con todas las consecuencias que ello puede conllevar.
Posdata necesaria: ¡Felices fiestas! Gracias por este espacio de libertad a La Jornada Zacatecas, mismo que he tratado utilizar como uno de deliberación democrática con responsabilidad, seriedad y respeto. Que la salud, la paz y el pan sea para usted y los suyos en estas fechas y siempre.
@CarlosETorres_