En la reciente Cumbre Climática celebrada en París (COP21), 195 países pudieron “ponerse de acuerdo” para detener el alza de la temperatura planetaria por debajo de los 2 grados centígrados. Por primera vez (seis años después del fracaso de Copenhague), se han “propuesto entre todos”, limitar el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero.
Este “acuerdo universal”, pretende evitar el aumento excesivo de la temperatura que podría causar aumento irreversible en el nivel del mar, sequías prolongadas y proliferación de ciclones. El reto -se dijo- es extender y multiplicar los bosques y las técnicas de captura del carbono (para su almacenamiento). Y, lo mismo, atenuar las emisiones con el uso de energías alternativas como la solar, eólica o la geotérmica.
Los llamados países insulares (islas), que son los mayormente amenazados por la elevación del nivel de los océanos, insistieron siempre en mantener el aumento de la temperatura –ya no por debajo de los 2 grados centígrados acordados– sino por debajo de 1.5 grados debido a la situación de emergencia que viven. Pero No; a cambio de eso, los países desarrollados aceptaron movilizar 100 mil millones de dólares anuales (de aquí hasta 2020) para destinarlos a la protección de bosques e incentivar la transición energética en los países más pobres y vulnerables.
Según el texto del documento aprobado que entrará en vigor a partir de 2020, para la segunda mitad del siglo no deberán emitirse gases de efecto invernadero más que “en lugares donde puedan ser absorbidos”. Pero estos “acuerdos”, se piensan incumplibles debido al enorme desequilibrio que existe entre países pobres y ricos. En materia de contaminación y degradación de los recursos naturales, Estados Unidos -que cuenta con el 4 por ciento de la población mundial- consume cerca del 25 por ciento del petróleo del planeta. Este país y China, son hoy por hoy, los mayores emisores de gases: Juntos suman el 47 por ciento del total de las emisiones en el mundo, por lo que nadie cree que dejarán de ejercer su liderazgo económico que depende precisamente de la explotación irracional de los recursos planetarios.
A las resistencias más conscientes, le resulta difícil imaginar entonces, que durante las dos semanas que duró la COP21, EEUU y otras potencias hayan querido modificar sus intereses depredadores. Es bien sabido que Estados Unidos se ha negado hasta hoy, a ratificar el aún vigente Protocolo de Kioto.
Tal vez a esa circunstancia se refiera Obama cuando dice que “el acuerdo no resuelve el problema”. Evidentemente que no. Los países industrializados tienen una deuda histórica climática con los países en desarrollo por los daños causados al clima mundial: Anótese la pésima calidad del aire, la desaparición de glaciares, la elevación del nivel del mar, el saqueo de materias primas, etc.
Así que no hay nada que celebrar junto a la Cumbre. Lo surgido ahí, trata de una declaración de intenciones más que de un texto a la altura de las circunstancias. La fechas acordadas –2020-25– resultan tardías, por lo que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera seguirá aumentando potenciada por la sobreoferta actual del petróleo de bajo costo y la deforestación. Léase por ejemplo, como Peña Nieto, un día después de los resolutivos de París con los que estuvo de acuerdo, continuó con la Ronda Uno para la explotación de petróleo y con la concesión a particulares de la Cuenca de Burgos para la extracción del gas shale…
Hace años el presidente Rafael Correa planteó a los países industrializados, que solventaran económicamente a su país a cambio de mantener bajo tierra los recursos fósiles con que cuenta. Pero, los resolutivos de la Cumbre, no contemplan esta perspectiva, Ecuador y otros países, podrían recibir apoyos tan solo para plantar árboles.
Por todo, la catástrofe climática continuará. Los líderes del capitalismo mundial, prolongarán su modelo devastador extractivo que sirvió de excusa para la Cumbre. Sus acuerdos insustanciales, nos llevarán al colapso ambiental si no son detenidos a tiempo..
El primer ministro de uno de los países más contaminados del planeta (la India) Narendra Modi, asegura estar trabajando para “un futuro más verde”. Junto a esa perorata, muchos movimientos ecologistas, amplios o focalizados, extravían la resistencia al no ver o querer ver más allá de lo inmediato. Están convencidos de la posibilidad de un capitalismo verde, olvidando o desconociendo que la tendencia fundamental de este sistema es, precisamente, la devastación de la naturaleza.
En fin, los “acuerdos de París” todavía deberán ser ratificados por naciones firmantes el 22 de abril de 2016. Ese día –Día de la Madre Tierra— falsamente llamarán a seguir de cerca “la marcha triunfante del capitalismo verde”. Para sus guardianes, lo más importante será siempre mantener el sistema actual de explotación. Exigirán por tanto, más represión contra las resistencias haciendo más difícil la vida que pende ya de un hilo.
Nos hará bien conocer el pensamiento de Trotsky para enfrentar el curso de la crisis civilizatoria: “Quien se arrodilla ante el hecho consumado, es incapaz de enfrentar el porvenir”.
Prensa latina / Joan Mtz. / D. Tanuro / Eduardo N. ■