Hay demasiado ruido unilateral en el ambiente preelectoral rumbo a la elección presidencial del año que viene: 2024. Hace falta que se serenen los ánimos, que se oigan voces de otros rumbos políticos para evitar aburrimiento y desencanto, que nada se dé por descontado, y que nadie soslaye los graves problemas que enfrenta el país: violencia, desigualdad, pobreza, inseguridad, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, salud y educación precarias. Lo que depara el futuro político es siempre desconocido, según Hannah Arendt.
No hay nada escrito en el libro del mañana, salvo en la -incomprensible para el humano- visión de Dios. El presente nos acorrala en virtud del pasado. Todo es posible para el mañana, debido a la libertad y de la diosa fortuna.
Pero no solamente de Arendt es la advertencia sobre lo limitado de la mirada humana hacia el porvenir; hace milenios, el genio de Demóstenes, el orador griego sin par dijo: «El éxito se esperaba, pero la realidad defraudó nuestras esperanzas, suerte común a los mortales cuando al dios así le place».
El mismísimo Winston Churchill, el conservador, el premio Nobel de literatura, después de ser vencedor de la Segunda Guerra Mundial, perdió las elecciones de 1945, y, por ende, dimitió como primer ministro dando paso al laborista Attlee, a pesar de estar el primero en el candelero de la historia: suerte común esa la de los mortales.
En Eslovaquia no hace mucho, 2019, nadie esperaba que una mujer prácticamente desconocida, abogada ambientalista, fundadora de su partido político en 2017, ganara las elecciones presidenciales. Y las ganó con inteligencia y propuestas concretas, sin aspavientos, llamando a la concordia, a la empatía, refutando serenamente las grandes fallas del régimen como tal al margen de personas.
Ella es Zuzana Strapáková, de cincuenta años, quién en campaña señaló: «Eslovaquia muestra signos de ser un Estado capturado, parece que el poder no lo ejercen los elegidos, sino aquellos que mueven las cuerdas por detrás».
En el caso de México frente al 2024, dado que nada está definido en política por más que así se pretenda y haga creer, cabe señalar que la historia de Xóchitl Gálvez la está catapultando a la contienda estelar por la presidencia de la república. De lograrlo, su personalidad y propuestas le darían sentido democrático a la contienda por la presidencia, la cual no puede girar solamente en torno a desbocadas y uniformadas precandidaturas oficiales, sin apego a derecho y con gastos bien cubiertos de ¡cinco millones de pesos a cada una! ¿Austeridad esa? Insolencia solo.
Mujer brillante Xóchitl Gálvez, nacida en un pueblo de Hidalgo, que viene de abajo, de los humildes; que de niña se vio orillada a vender golosinas para apoyar a la familia; que fue alumna siempre destacada en los años de niñez, y que luego en la UNAM, estudió ingeniería, viviendo en cuarto de servicio de azotea, según se sabe en virtud de revelador artículo periodístico sobre su vida.
Después se hizo empresaria exitosa, y finalmente irrumpió en la escena política, apoyando a los indígenas. Hoy senadora de la República. No la conozco en lo personal, no coincido con su partido, ni con ninguno. Pero sí con su posición independiente y crítica, hecha pública.
Sería ella la candidata ideal a la presidencia de la oposición unida. Ideal por su historia personal, por su exitosa experiencia política, por su inteligencia, por su compromiso social y ecológico, su valentía, sencillez y personalidad cercana al pueblo.
Sin una candidata de su perfil, la contienda electoral resultaría insulsa, en más de lo mismo, cuando otra cosa grande se requiere para un México unido que «subordine lo anecdótico a su destino».
La democracia genuina exige luchas electorales civilizadas, pero enjundiosas, brillantes en ideas, en propuestas concretas, viables, en visiones de un México incluyente, justo, libre, plural, en paz, emotivo, «fiel a su espejo cotidiano». La política sin vocación de servicio, sin pasión, generosidad e inteligencia, resulta estéril, adulterada, en suma, dominación.
Concilia Gálvez tres ingredientes claves para el México de todos los mexicanos a la luz del bien común, nunca del interés faccioso: el de justicia social, el de la libertad y el de empatía. Libertad como derecho y deber, como pluralismo social, económico y político; justicia como virtud solidaria ante la brutal desigualdad; y empatía, como bálsamo en medio de resentimientos y odios, como llamada de esperanza, unidad en la pluralidad y vida mejor para todos.
Por otro lado, según parece, está a favor del aborto y cosas parecidas, lo cual es criticable conforme a los inmarcesibles valores católicos, pero en los rumbos de la política no hay monedita de oro.
Hago votos porque se dé una contienda con piso parejo, porque el partido oficial se atreva con honradez republicana a jugar limpio para que sus eventuales triunfos sean legítimos y dignos de encomio, porque sea realmente diferente a otros del pasado, y dé ejemplo de autenticidad en contraste con lo farisaico, faccioso y falso, que tarde o temprano derrumban lo edificado sobre arena e impostura.
Hago votos porque la oposición toda, haga a un lado mezquindades y soberbias, reconozca fallas con humildad, rectifique el rumbo con miras a una victoria posible, se abra a la reflexión y luego, a la brevedad, elija a la mejor candidatura presidencial, para bien de todos sin distingo, y para que el México magnánimo, donde caben todos, en concordia, gane al final de la jornada.
Una utopía esa, pero como decía Albert Camus, una posible, que depende de que se sepa realizar el esfuerzo común, con camaradería, fe y voluntad, talento y alegría.
Dedico este artículo con cordialidad y simpatía a todos los zacatecanos de buena voluntad, amables lectores de La Jornada Zacatecas. Y en especial, con afecto fraterno, a la memoria de Fernando Bazán, hombre de bien, inteligente, buen amigo, católico ejemplar. Descanse en paz al amparo del Altísimo y María de Guadalupe.