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lunes, 19 mayo, 2025
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■ Historia y Poder

Secretos confesionales de la lucha proletaria

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

La historia de la clase obrera en nuestro país se erige como la heredera suprema de todas las estructuras en donde el pensamiento y la filosofía y la literatura y las grandes aventuras tienen miles de libros y descomunales documentos donde se detallan el heroísmo, el sacrificio, largos decenios y centenas de penurias y locuras inamovibles en que los aprovechados hicieron fortuna y los desdichados largos funerales llenos de ceremonias y desquiciamientos de pruebas anómalas.

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Zacatecas tiene como memoria y patrimonio la historia real de sus obreros y empleados y jornaleros, operarios majestuosos de maquinarias increíbles, asalariados por cientos de miles y a la par de braceros y labradores que entendieron que la vida era un jornal, una hacienda, una fábrica en medio de los desiertos o de los barrios umbrosos, elevaciones donde el borrico y el rocín tenían autoridad y gobierno para dar pelea por resultados concretos.

Que si la internacional, que si la clase obrera irá al paraíso, que si el luto por uno de los grandes de Latinoamérica y el mundo el señor Mujica, que si la carretera a Matehuala está llena de fantasmas y el sol como un plomo y la noche atascada de trailers que figuran una larguísima fila de enmiendas, como la del pueblo uruguayo y que en su salón de los pasos perdidos despidió a un ícono de plenitudes por el triunfo proletas, nunca rencorosos, siempre propositivos.

Por qué la derecha mexicana se aferra a un discurso por demás enfermo y golpista y dispuesta a cualquier desorden y se agarra de cualquier acontecimiento y cuyo único proyecto es denostar y descalificar como animales enloquecidos y mientras el espectáculo es mas que denigrante porque su insana intención no es puentear soluciones colectivas sino replantear su proyecto verdaderamente criminal sublevando la división de las izquierdas y abortando presidencias populares aun a costa de su propia supervivencia o de una mecánica enferma de oloroso tacto y espuria novedad.

En el emblemático panteón de Dolores del municipio histórico del Jerez Zacatecano sobresalen siempre las tumbas majestuosas donde se exaltan los rituales mas puros del pueblo, asi mismo en la ciudad de Monterrey las zonas judías del camposanto encierran historias de letrados y campeones, competencias de quien quiso a mas de uno y quien sabia abrazar a sus semejantes con el compromiso de ser hombres y mujeres buenos y no malsanos como la jerarquía de la petulancia oficial, la pedantería de los ricos, la osadía de engañar a todos sin conmiseración alguna.

En octubre de 1832 la clase trabajadora -directa o indirectamente- decreta la pelea de instaurar las cátedras de gramática, y derecho civil y canónico y hasta filosofía en ese municipio que fue la semilla de las grandes universidades zacatecanas, ahora muy prolijas y siempre en la mira de la opinión pública, del escrutinio del mismo estudiantado y profesorado altamente en su juntura de articular el voto, la querella, la injuria, el alegato y el arrebato.

La clase obrera mexicana está sosteniendo a este país y a todas sus crisis y todos sus adelantos  y sus jefes políticos andan rivalizando y combatiendo, los sindicatos le rinden homenaje a las cuotas y a las asambleas semivacías,  zurra y represión de las suculentas ganancias donde los haraganes no tuvieron cabida en su traviesa ansiedad por los alcoholes imprudentes y en cambio, sabotearon la huelga, fueron comprados como porros serviles y conspiradores de la traición y el delatamiento de sus lideres naturales para el perjurio, la intriga, la cárcel, el cementerio y el destierro.

El anterior párrafo debería de borrarse inmediatamente, pero debe continuar por el afán de que las cosas se aclaren: este país se sostiene fundamentalmente por la inmensa masa proletaria y trabajadora, un solo de sus gestos haría paralizar -como lo han hecho en Argentina en innumerables ocasiones-a todas las estructuras gubernamentales y civiles y comunitarias, el poderío es tal que justamente se le minimiza, se le reduce a un salario, un consumo, una ciudad obrera con pizzas y cervezas y pozoles arrabaleros.

Los secretos confesionales de la clase obrera clandestina, calladota, ahora se revelan, se contraen: cuenta sus secretos.

Son inimaginables.

Certeramente provincianos.

Por lo tanto, universales.

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