Desde la toma de posesión del Poder Ejecutivo en 2012, la represión del estado hacia los inconformes por las numerosas causas que abundan en el país ha tenido altibajos, que en apariencia dan momentos de tranquilidad, los menos y en lo tangible la tensión no mengua; es evidente que por más estrategias de medios que se utilicen y por más recursos que se destinen para dicho fin, la valoración que se da al gobierno actual por parte de los sectores más multitudinarios es de reprobación y reproche por su actuar, el cual dista y por mucho, de lo que se prometió a la gente, durante una campaña electoral saturada de irregularidades y de vicios, que como señalaba y aún hoy consigna el clamor popular “quien compra hoy la presidencia terminará vendiendo al país”, el mal augurado se hace presente, sólo basta elegir un sector de la sociedad mexicana y se podrá observar sin profundizar demasiado, que el reformismo peñista lejos de beneficiar al grueso de la población, ha sentado, como es costumbre de los gobiernos priístas, el desgaste económico, moral y de vidas, en la clase más humilde y desprotegida, en la masa trabajadora, pues no sólo los precios de los combustibles siguieron a la alza durante los dos primeros años de gestión, igual que las crisis económicas acostumbradas se han hecho presentes, la depreciación de la moneda continúa su vertiginoso viaje, el salario no sólo no aumenta, sino con los costos de vida en continua alza el poder adquisitivo es ínfimo, además de los derechos laborales menguados, lo cual, beneficia por mucho, como siempre a los empresarios, que gozosos de pagar impuestos y salarios de risa, traerán sus capitales al país, más aún, después de la apertura de la industria petrolera, que traerá para quien invierta en ella, después de una “inexplicable” caída en los precios de los hidrocarburos a nivel mundial, numerosas ganancias, comprando recursos e infraestructura a precio de burla.
La hoy llamada democracia mexicana, es más un parlamentarismo mercantilista, alineado al capital y a los designios de quienes lo poseen, con una figura mediática en la silla presidencial, que evidentemente desconoce el contenido de las disposiciones que las cámaras avalan de la misma forma, con pleno desconocimiento y en el caso de los legisladores que conocen plenamente el contenido de las reformas, su actuar no sólo es con dolo, sino con plena flagrancia del daño que causan a corto, mediano y largo plazo, exaltando con el propagandismo acostumbrado como logros, catástrofes infames en materia de derechos, desde la reforma laboral impulsada y avalada por Felipe Calderón y que más que abonar al bienestar de los trabajadores, los somete a la esclavitud moderna, hasta la nefasta Reforma Energética, que no sólo dejó un hueco insondable, estrangulando una economía basada casi en su totalidad en la producción de los hidrocarburos, sino que a menos de 2 años de haberse promulgado ha costado a la clase trabajadora miles de empleos y por ende familias desprovistas del salario de los trabajadores que hoy están en la calle; del mismo modo la Reforma Educativa, avalada en el marco del “pacto por México” que según la propaganda oficial traería beneficios en este rubro y que actualmente da muestra en las casas de estudio de nivel superior como la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y la Universidad Autónoma de Zacatecas, que en el caso de la segunda por voz del senador Alejandro Tello, su crecimiento la hace difícil de sustentar, problemática que es augurio de lo que sucederá en la educación básica.
Todas y cada una de las contra reformas han traído protestas no sólo de los profesores, sino de igual modo de los estudiantes, campesinos y gremios, pues dichas enmiendas sirviendo totalmente al capital y a sus poseedores, omiten la raíz de la forma de gobierno de la que tanto se pregona que existe en México y que hoy más que nunca es letra muerta, la democracia “el predominio del pueblo en el gobierno”, la cual sólo es simulada en las elecciones, como en todas las disposiciones que emanan de manera inversa, del gobierno y no del pueblo, como los candidatos a políticos, de las cúpulas partidistas y no del impulso popular, no en vano la inversión millonaria más grande del mundo para atiborrar de propaganda al pueblo, que cada vez en menos proporción, acuden ciegos y sordos de la situación del país a entregar su voto, como validación del sistema y sus infamias, omitiendo que sus voces y sus causas deben ser una, impulsada y defendida a un solo paso, si de verdad desean que el país cambie de rumbo y no se brinque de las ascuas a la llama en los procesos electorales. ■
*Profesor de primaria y disidente.