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lunes, 7 julio, 2025
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Aristegui y los que no somos famosos

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Efectivamente el tema Aristegui-MVS Radio, remueve la arena de la inconformidad en la playa de los desencantos relacionados con la libertad de expresión y los despidos injustificados; la verdad, no me preocupa en absoluto tal dicotomía que se ha encumbrado recientemente en los medios de comunicación y, dudo mucho que si Aristegui no fuera famosa, aparecieran tantas muestras de apoyo que se han generado entre la high class intelectual y otras organizaciones e individuos famosos. Lo que sí me preocupa es que como mexicanos, de pronto nos tatuamos en el alma temas que pueden solucionarse con la mano en la cintura, pues Aristegui constituye un bien necesario en esta sociedad de la información y cualquier medio, estará dispuesto a ofertar su espacio para el comprobado talento de Carmen. No así, los miles de personas que se encuentran actualmente sumidas en la desesperación, pues bajo la presión patronal, están a punto de perder su empleo, lo cual será el resultado de los tratos denigrantes, gritos, pisoteo de derechos fundamentales, acoso sexual, jornadas extenuantes para hacer explotar la paciencia de nuestra clase trabajadora que en lo individual, no goza del privilegio de la fama pero sí de la indiferencia de muchos. Todavía no acabo mi idea, pues tal parece ser que en México el que no es famoso está jodido, ya que nadie saca la cara, nadie protesta, no hay solidaridad y sí mucha insensibilidad hasta de las mismas autoridades que debieran velar por los intereses y derechos de las personas. Aún más, nuestra sociedad hipócrita nos lleva a defender a los que se defienden solos y a despreciar las causas que ameritan revueltas nacionales y que, lastimeramente, ocupan las recónditas columnas sotaneras de los diarios locales y nacionales. ¿Quién defiende a Juan Pérez cuando le arrebatan su empleo con el que medianamente sostiene a su familia? ¿Quién saca la cara con los despedidos de sexenio y trienio? ¿Quién exige un alto a la flagrante violación de los derechos laborales de miles de mexicanos que no son famosos? ¿Quién eleva la voz ante los cientos de periodistas que han perdido la vida en la intención de informar? ¿Quién se acuerda de los fallecidos María Elizabeth Macías Castro, Humberto Millán Salazar, Yolanda Ordaz, Miguel Ángel López Velasco, Agustina Solano, Misael López Solano, Luis Emmanuel Ruiz Carrillo, Noel López Olguín, Rodolfo Ochoa Moreno, Carlos Alberto Guajardo Romero, Luis Carlos Santiago Orozco, Jorge Ochoa Martínez y tantos otros cientos de periodistas mexicanos que no han sido tan famosos? Sin duda, así como algunas mentes obtusas han creado la idea de mexicanos de primera y de segunda, también han generado la astracanada de considerar periodistas de primera y de segunda clase, lo cual, debe llevarnos a una profunda reflexión que nos aleje de tantas estupideces y entrarle lo mismo defender implacablemente a Carmen Aristegui y a cualquier otro mexicano trabajador o periodista, en aras del derecho humano fundamental a la libertad de expresión o al trabajo. Si no lo hacemos así, estaremos dejando a su suerte a miles de personas que esperan sentados en el banquillo de la desesperanza la llegada de la justicia, la equidad y la igualdad. Después de analizar las múltiples muestras de apoyo, afecto y pasión por el tema Aristegui-MVS, me convenzo de que en esta patria rota, no es lo mismo que me despidan a mí que a cualquier otro famoso intelectual, que no se denuncia de la misma forma el asesinato de un periodista privado de la fama que de uno ungido con tal gracia; ¿Será tal vez que el dolor y la humanidad de ambos provengan de un origen distinto? ¿Podríamos estar ante la presencia de seres iluminados y otros carentes de luz? ¿La muerte será capaz de distinguir entre la fama y la impopularidad? Lamento no coincidir por esta vez con la marejada mediática que ha surgido por el acontecimiento en comento, pues la diferencia es clara, en México entre más famoso seas, más apoyo y halagos celestiales te llegan, como si estuvieras más cerca del cielo y las bondades infinitas te elevarán nuevamente después de tu caída, estos dones debieran asegurarse para todos los mexicanos con independencia de nuestra profesión, trabajo u oficio. Lamentablemente, en nuestro país, la defensa de los derechos humanos fundamentales, están matizados de hipocresía, privilegios y fama. Por cierto, ¿Es usted famoso o famosa? ■

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*Representante de Zacatecas ante el Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

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