El arte es una herramienta clave para reducir la violencia al facilitar la gestión de emociones y promover la empatía. Ayuda a prevenir conflictos, fomenta la reflexión personal y la inclusión, y, al ser accesible, contribuye al bienestar social y la cohesión. Aunque no es de efecto inmediato, su práctica accesible puede generar cambios positivos en la sociedad.
En esta línea, las obras: “La influencia de las Artes como motor de bienestar: un estudio exploratorio” de Diego Calderón-Garrido, Carolina Martín-Piñol, Josep Gustems-Carnicer y Ana Portela-Fontán, y “El arte que cura: Aplicación de técnicas vs la violencia. Experiencias en Baja California, México” de Teresa Fernández de Juan, abordan la importancia del arte como herramienta terapéutica y preventiva para la violencia, resaltando su poder para transformar la sociedad a través de su impacto en el bienestar colectivo.
El estudio realizado por Calderón-Garrido, Martín-Piñol, Gustems-Carnicer y Portela-Fontán se adentra en los efectos positivos que la práctica y contemplación del arte pueden tener en el bienestar físico, mental y social de los individuos. En su obra, los autores argumentan que el arte tiene la capacidad de promover tanto el bienestar hedónico como el eudaimónico, contribuyendo a la autorreflexión y a la regulación de emociones. El arte, ya sea a través de la música, la pintura, la danza o cualquier otra disciplina artística, actúa como un catalizador que permite a las personas gestionar sus emociones, aliviar el estrés y prevenir el deterioro cognitivo, particularmente en contextos de alta tensión social y personal.
Por otro lado, Fernández profundiza en el impacto de la violencia juvenil en Baja California, México, una región donde los niveles de violencia son alarmantes, particularmente en lo que respecta a las muertes por acoso escolar, violencia de pareja y violencia doméstica en niños. También destaca cómo las artes, especialmente las técnicas de arteterapia, pueden ser cruciales en la prevención y el tratamiento de la violencia, proponiendo un enfoque innovador a través de la expresión artística.
La autora explora diversas técnicas como la cinematerapia, el sociodrama y otros ejercicios artísticos para promover la reflexión, la empatía y el autoconocimiento en los jóvenes, a fin de que puedan reconocer y gestionar sus emociones de manera saludable. Los estudios mencionados también coinciden en la importancia de crear espacios donde las personas puedan involucrarse en actividades artísticas sin restricciones.
Los autores de ambos estudios coinciden en que las intervenciones artísticas pueden ser un potente motor de cambio social, especialmente en contextos de alta violencia. Además, contribuyen a la creación de un entorno de diálogo y entendimiento en la comunidad, fomentando la empatía y la cooperación.
Melina Rodríguez, artista y psicóloga clínica, ve el arte como una forma de expresión que permite al ser humano conectar con su mundo interno y transformarse. A través de diversas disciplinas, el arte promueve el bienestar mental al facilitar el autoconocimiento, la catarsis y el desarrollo de la creatividad.
Rodríguez cree que el arte es clave para prevenir y reducir la violencia, ya que canaliza emociones perturbadoras y fomenta la empatía. Además, contribuye a una sociedad más pacífica y empática, promoviendo valores como el respeto y la inclusión. “La sublimación es un mecanismo de defensa elaborado mediante el cual algunas personas canalizan sus impulsos o deseos inaceptables hacia actividades socialmente aceptadas, una de estas actividades es el arte, y la otra sería el deporte” agregó.
En su experiencia, el arte le ha ayudado a sanar y ha transformado la vida de otros. Destaca que el arte debe ser inclusivo y accesible para todos, ya que tiene el poder de generar cambios positivos en la sociedad.
Por su parte, Gabriela Gonzáles Soto, egresada de Letras de la UAZ, considera que el arte es una herramienta poderosa de expresión, catarsis y transformación, que nos permite comprender de manera más profunda nuestras experiencias emocionales y sensoriales. Para ella, el arte no solo imita la realidad y el idealismo humano, sino que tiene un impacto terapéutico al ayudarnos a procesar lo que sentimos.
También sostiene que el arte puede ser clave en la prevención de la violencia, ya que ofrece un espacio para la expresión de pensamientos, sentimientos y necesidades, al mismo tiempo que fomenta la creatividad y la cooperación. Para ella, el arte va más allá de lo estético, ya que sensibiliza y nos invita a conectar con lo humano, promoviendo la empatía y una convivencia pacífica.
En su reflexión, menciona proyectos en comunidades con altos índices de violencia, como colonias con problemas de robos y pandillas, donde actividades artísticas como la creación de murales ayudaron (aunque no directamente) a fomentar la cooperación y redujeron los conflictos, mostrando así el poder transformador del arte en contextos difíciles.
En sondeos en redes sociales, varios usuarios coincidieron en que el arte puede ayudar a reducir la violencia al permitir la gestión de emociones y fomentar la empatía. Sin embargo, algunos señalaron que el interés por el arte ha disminuido y que no todos los contextos lo aplican eficazmente.
Aunque el arte, evidentemente, no es una herramienta mágica para combatir la violencia a gran escala, fomentar su práctica desde la educación primaria contribuye a que las personas crezcan con una mayor educación y control emocional. Esto, a su vez, favorece el bienestar colectivo, fortalece la conciencia social y mejora el comportamiento en la sociedad.