Cada 18 de mayo, en el marco del Día Internacional de los Museos, Zacatecas encarna la riqueza cultural que estas instituciones pueden representar. Con al menos una decena de museos en su capital, la ciudad es reconocida como una de las que concentra más recintos museísticos per cápita en el país. Sin embargo, más allá del número, lo que destaca es la pluralidad de enfoques.
Un ejemplo emblemático de esta diversidad es el Museo de Ciencias de la Universidad Autónoma de Zacatecas donde desde hace décadas se impulsa la divulgación científica a través de programas como el Club Infantil de la Ciencia y el grupo Quark. Estos espacios han formado a generaciones de jóvenes divulgadores, mostrando que un museo puede ser un detonante de vocaciones, de pertenencia y de comunidad.
A las faldas del cerro de la Santa Cruz, el Museo Comunitario de Zóquite se yergue como un archivo vivo del esfuerzo colectivo. Su historia está entretejida con la de Don Pablito, campesino, bracero y albañil, quien impulsó la construcción del recinto junto a vecinos del ejido, migrantes retornados y maestras jubiladas. El museo alberga dos exposiciones principales: Pasajes de Zóquite, con maquinaria agrícola donada por familias, y la Expo Mamut, que documenta hallazgos paleontológicos en la región.
El Museo de Zóquite representa un acto de resistencia frente al olvido, a la violencia y al despojo. En 2010, incluso, coprodujo un documental en apoyo al pueblo extinto de Salaverna, víctima del extractivismo minero.
Los museos de arte son el rostro más visible de la vocación museística zacatecana. El Museo Pedro Coronel, instalado en un antiguo colegio jesuita, ofrece una de las colecciones más impactantes de arte moderno internacional, con obras de Picasso, Miró y Kandinsky.
El Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez es único en su tipo en América Latina, y el Museo Rafael Coronel -localizado en un exconvento franciscano- resguarda una de las colecciones de máscaras más vastas del mundo.
Sin embargo, como advierte la investigadora Roberta García Baccio, estos recintos enfrentan una barrera generacional. En su estudio con adolescentes detectó que, aunque los jóvenes reconocen los museos, rara vez los visitan por iniciativa propia. Las visitas escolares suelen estar desconectadas de los contenidos curriculares y no dejan huellas significativas en su formación artística.
Uno de los espacios que sí logra conectar con públicos infantiles y juveniles es el Zig-zag, Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología. Con nueve salas temáticas, un observatorio y talleres de robótica, propone una experiencia lúdica que se ha consolidado como referente educativo y recreativo. Su apuesta es romper con la idea de que la ciencia es inaccesible y mostrar que puede vivirse con emoción y juego.
También merece mención el Museo de Guadalupe. Fundado en el siglo XVIII como Colegio Apostólico de Propaganda Fide, este recinto alberga una de las colecciones más relevantes de arte virreinal en América Latina, con obras de Villalpando y Cabrera. Además, forma parte del Camino Real de Tierra Adentro, reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial. Su arquitectura barroca y su biblioteca conventual, con más de 14 mil volúmenes, lo convierten en una parada obligada para comprender la raíz estética y espiritual del México colonial.
En el cerro de La Bufa, el museo más visitado del estado conserva viva la memoria revolucionaria. El Museo Toma de Zacatecas narra la batalla de 1914, decisiva para el triunfo del constitucionalismo. Sus salas exhiben uniformes, armas, objetos cotidianos de la época y experiencias interactivas. Desde el mirador puede verse el escenario completo del enfrentamiento que marcó la historia nacional.
El Museo Zacatecano, ubicado en la antigua Casa de Moneda, ofrece un recorrido por la historia regional desde la época prehispánica hasta el siglo XIX. Destacan sus salas dedicadas al arte huichol, la numismática y la herrería, con énfasis en la identidad mestiza y minera de Zacatecas. Es uno de los pocos recintos que, además de exhibir objetos, contextualiza el papel del estado en el desarrollo económico del norte de México.
Más reciente, pero igualmente valioso, es el Museo del Juguete y la Cultura Popular. Este recinto exhibe más de mil 500 piezas que celebran la memoria lúdica de México: trompos, carritos, muñecas de cartón, luchadores de plástico y juegos de mesa que marcaron la infancia de generaciones. Además de su valor nostálgico, promueve la reflexión sobre los modos de socialización infantil y la diversidad cultural de las tradiciones populares mexicanas.
La historia de los museos en Zacatecas ha sido marcada por figuras como Federico Sescosse, gestor incansable que impulsó la creación del Museo Francisco Goitia, el Pedro Coronel, el Rafael Coronel y el Manuel Felguérez entre 1978 y 1998. Sin embargo, el futuro de estos espacios no puede depender solo del legado. Las investigaciones recientes y las experiencias comunitarias llaman a repensar su papel, pasando de ser contenedores de patrimonio a actores vivos en la transformación social.